Durante el día, Sabrina no sabía que hacer para matar el aburrimiento. Comenzó a recorrer la inmensa propiedad y a familiarizarse con cada rincón de la casa, sintiendo extrañamente ese sitio como su hogar. La propiedad era bellísima, con una decoración de interiores impecable y futurista, con jardines hermosos, llenos de árboles y plantas diversas, además de una piscina exterior y una interior completamente climatizada.
Se sentó en el jardín, observando distraídamente el cielo. Estaba tan sumida en sus propios pensamientos que se sobresaltó cuando una mano se posicionó delicadamente en su hombro. Sobresaltada se levantó rápidamente del asiento y giró para ver de quién se trataba, encontrándose con Clara, quién la miraba con una gran sonrisa en el rostro. Sabrina, al verla no pudo evitar sonreír.
—¡Hey, Sabrina, no imaginas las ganas que tenía de verte! —Saludó con Clara mientras acortaba la distancia entre ambas dándole un cálido abrazo.
— ¡Hola, Clara! —Respondió Sabrina, sonriendo.