Serena ignoró por completo a Cloris y Lorenzo, que seguían observando con curiosidad desde un rincón.
Se acercó al director con una actitud serena y segura, e hizo una breve presentación de sí misma.
No fue particularmente cálida, pero tampoco arrogante.
Más bien, transmitía una clase de firmeza interior que no era común de ver.
A pesar de que Cebrián seguía pensando que su apariencia y aura no encajaban del todo con el papel, decidió darle la oportunidad de probar... justamente con la misma escena que Cloris había interpretado minutos antes.
Apenas Serena subió al escenario, la atmósfera cambió.
Sus ojos, normalmente húmedos y dulces, se volvieron afilados, intensos.
Levantó levemente una mano y simuló llevarla al mango de una espada imaginaria.
Ese gesto, completamente espontáneo, sorprendió a Fausto.
En el guion no había ninguna indicación de ese tipo, pero el detalle aportaba una dimensión nueva al personaje: más real, más viva.
Su mirada gélida se transformó, adquiriendo una pizc