Cloris miraba el móvil con el ceño fruncido, claramente molesta.
A pesar de que, bajo su dirección, los espectadores del programa de variedades se pusieron de su lado y atacaron sin descanso a Serena y a sus amigas, Cloris no se sentía satisfecha.
Sabía muy bien que, en ese mundillo, lo que verdaderamente contaba eran las obras, no la polémica.
Serena había brillado en la película del director Basilio. Con ese rostro y ese talento, estaba claro que acabaría llamando la atención de la gente adecuada.
Y cuanto mejor le iba a Serena... más ansiosa se sentía Cloris.
Había supuesto que, al ver todo el odio en redes, Serena saldría a defenderse o a justificarse públicamente.
Eso era justo lo que Cloris estaba esperando: que hablara, que cayera en la trampa.
Porque en esas circunstancias, los internautas enfurecidos no escuchaban razones.
Cuanto más explicaciones dabas, más errores cometías. Cualquier palabra podía ser usada en tu contra, para burlarse, insultarte y humillarte aún más.
Solo