Cloris se marchó llena de indignación.
Jamás había visto a un "sirviente" tan arrogante como Ted.
Le guardó un profundo rencor, y la forma en que lo miró era tan feroz que parecía que quería devorarlo con los ojos.
—Si ese viejo no se hubiera interpuesto,
Pensó furiosa:
—yo ya habría logrado hablar con Esteban.
Afuera no había mucha gente, pero igual se sentía profundamente humillada.
Sacó el móvil y llamó a alguien.
Pocos minutos después, apareció un hombre bajito y regordete.
Señor Julián se mostró contrariado:
—¿Por qué saliste? ¿Qué estás haciendo aquí afuera?
Cloris frunció el ceño:
—El viejo que acompaña a Señor Esteban no me dejó hablar con él.
Señor Julián soltó una maldición por lo bajo y luego dijo:
—Será la próxima. Ya buscaré otra oportunidad para ti.
Desde la última vez que tuvo un roce con Esteban, Julián vivía con miedo de que él le buscara problemas otra vez.
En realidad, quería aprovechar esta ocasión para reconciliarse, aclarar el malentendido y quedar bien con él.
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