Corina llegó al motel donde Ariel le pidió encontrarse.
Ella estaba tan asustada, porque su empleada de limpieza la llamó y le dijo que la policía estaba buscándole.
Al entrar a la habitación de ese lugar de mala muerte, Ariel estaba ahí.
—¡Dijiste que esos hombres no hablarían! Y mira lo que pasó —exclamó.
—Tranquila, no hay nada que hacer, ya hablaron.
Corina la empujó.
—¡Quieren llevarme presa a mí!
—Pues ni modo, ese es tu problema, no el mío.
Corina abofeteó su rostro.
Tomó su teléfono, reprodujo un video, era Ariel revelando el daño que le había hecho a Catalina.
—¡O me liberas de esto o este video irá a todo el mundo!
Ariel se lanzó sobre ella, pero Corina la empujó al suelo.
Corina salió corriendo, Ariel la maldijo en su mente.
Salió desesperada, llegó al estacionamiento y fue tras ella.
Corina corría por las calles, estaba dispuesta a llamar a Arturo, pero èl no respondió, entonces, la mujer le envió un mensaje, se detuvo para escribir.
«Es verdad, sí, yo pagué para que creye