Mariza se casó enamorada de Jorge Santalla. Sin embargo, pronto descubre que él sigue amando a su exnovia. Un acuerdo cruel y frío es lo único que los une; deben fingir ante la sociedad ser el matrimonio amoroso perfecto, pero tras la puerta, son indiferentes. Harta de su situación, Mariza decide pedir el divorcio y escapar de su esposo, sin saber que Jorge ha olvidado a su antigua amante, y ahora está obsesionado con el amor de su esposa, por lo que no querrá darle el divorcio. Una guerra de pasión se desatará entre los dos, ahora ella lo odia, él la ama, y está dispuesto a demostrar que el amor de su esposa aún le pertenece.
Leer másVestida de novia, observaba por la ventana, era de noche, abrió ligeramente el cristal, el sonido del viento como de aquellas voces se grabaron en sus oídos.
Mariza se había casado con Jorge Santalla hace unas horas, y estaban en su nueva residencia cuando esa mujer llegó a tocar su puerta, la conocía, solo de nombre, era Mónica Flores, los rumores apuntaban a que era la exnovia de su ahora marido.
—¡¿Y qué debía hacer?! ¡Me engañaste Mónica!
—¡Yo no quería engañarte! —exclamó la mujer en el jardín frente a ese hombre que vestía un esmoquin con aquel botonier—; tenía vergüenza de mi pasado, amor —ella quiso tocar su rostro.
Él se deshizo de su agarre.
—¿Cuándo ibas a sentirte avergonzada? ¡Nunca dejaste de trabajar como una… ni siquiera porque ya eres mía! ¿Te faltaba dinero? ¿Por qué no me lo pediste?
La mujer hundió la mirada.
—¡Nunca serás feliz con ella! No la amas, solo me amas a mí, ¡díselo! Grítale que cuando la besas, piensas en mí.
—¡Cállate! No voy a perdonarte, ahora vete, solo vete…
—¿De verdad quieres eso? —exclamó, ella acunó su rostro, intentó besarlo.
Él la rechazó, pero el corazón de Mariza estaba temblando, no hacía ni un ruido, pero lo veía todo.
—Vete, se acabó.
Mónica sollozó.
—Jorge, yo te amo, ¿me olvidaste por tu muñequita de porcelana? Dime, ¿me olvidaste? ¿Ahora la amas a ella?
Jorge tenía la mirada sobre esa mujer, se sintió dominado por su lujuriosa pasión, por sus labios carmesí, estuvo a punto de besarla, se detuvo, miró hacia la ventana, ella estaba ahí, sus ojos la miraron con horror, se alejó.
«No puedo, creí que Mónica sería la mujer que querría por siempre, no puedo olvidarlo, me traicionó, es solo una vil mujerzuela»
—¡Vete, ya te olvidé!
Mónica cayó a sus pies, sollozó como una niña pequeña.
Mariza tuvo suficiente, bajó las escaleras tan rápido como pudo, llegó hasta ahí.
—¡No tienes dignidad, mujer! ¿No te han rechazado lo suficiente?
—¡Jorge, la escuchas! Ella me insulta, mira lo cruel que es, ¡es una desgraciada mujer!
Mariza sintió su corazón empequeñecer, sintió la mirada feroz de Jorge contra ella, Mariza tomó su brazo.
—¡Haz que se vaya! ¿Me humillarás de esta forma?
Él quitó su agarre, como si ella lo quemara.
—Vete, Mónica, ahora mismo.
Mónica se levantó, Jorge tomó la mano de su esposa, la llevó adentro, cerró la puerta, aún escucharon el grito de Mónica frente a la puerta, sollozando.
Jorge cerró los ojos, su cabeza dolía.
—¿Por qué has permitido esto, Jorge?
Él la miró con rabia.
—¿Quién te has creído para decirme que hacer? No creas que no lo sé, no eres diferente a Mónica, sé por qué se dio este matrimonio, mejor reconócelo, ¿acaso no te vendiste como mi esposa por dinero?
Ella le miró con horror, golpeó su mejilla con una fuerte bofetada, Jorge se quedó perplejo, ninguna mujer, ni su difunta madre lo golpeó antes.
Él la tomó con fuerza del brazo.
—¿Acaso lo negarás?
—¡Lo niego! —exclamó con ojos llorosos—; y quédate con tu estúpido matrimonio, mañana mismo haré que lo anulen, no seré la esposa de un pobre idiota como tú.
Los ojos de Jorge se abrieron enormes, ella subió la escalera, se alejó de él.
Mariza llegó a su alcoba, sollozó sin control. Limpió sus lágrimas.
«No me quedaré en esto, ni siquiera porque lo amé con locura»
Recordó cuando lo conoció, era una fiesta de debutantes, hace tres años, entonces él estaba ahí acompañando a su prima, Jorge era el hombre más guapo que ella vio, y esos ojos azules la dominaron, ella lo amó desde ese primer momento, pero él nunca se dio cuenta.
Sus padres cayeron en la bancarrota, luego del escándalo de su hermana mayor, Perla, quien abandonó a su marido, y se suicidó meses después, eso fue terrible, los destruyó en la sociedad.
Nadie quiso ayudarlos, hasta que la familia Santalla les ayudó con una alianza comercial, pero hace unos meses, la madrastra de Jorge fue quien propuso a sus padres que Mariza se casara con Jorge, para ella fue como un sueño real, pero los rumores se pusieron en su contra, todos hablaban de una mujer de la vida galante que había hechizado el corazón del primogénito de los Santalla, ahora ella descubrió la verdad.
Volvió a la realidad y Jorge abrió la puerta, su mirada era severa.
—¿Qué? ¿Te vas a ir?
Ella le miró con rabia, tomó su valija, salió, no dijo nada más.
Jorge se quedó justo ahí.
Mariza salió de, sintió su corazón roto, subió al auto, manejó hasta su casa.
Al llegar, entró con su maleta, su padre salió del despacho en cuánto la vio, la empleada que le abrió la puerta estaba sorprendida de verla con el vestido de novia, y la maleta en la mano.
—Lleve mi maleta a mi habitación.
—¡No, claro que no! ¿Qué haces aquí, Mariza? Deberías estar con tu esposo.
—Padre…
Su padre Abel pidió a la sirvienta que se fuera, tomó el brazo de su hija, la obligó a ir a su despacho.
—¿Qué demonios te pasa? No puedes abandonar a tu esposo en plena noche de bodas, ¿qué pasó?
—¡Él no me ama, padre! Dice que soy una interesada, una mujerzuela que se vende por dinero, ¿por qué ha dicho eso?
Abel siseó.
—¡Ya basta! Escúchame muy bien, niña, te he mantenido durante veintidós años, ya no eres pequeña para que no lo entiendas, ¡claro que este matrimonio es por interés! ¿Acaso crees que Los Santalla nos han apoyado tanto estos años por nada? No, hay mucho dinero de por medio, y más te vale que vuelvas con tu esposo, no me hagas perder la paciencia, Mariza.
—¡No soy una moneda de cambio! ¡No soy una propiedad de la que te puedes deshacer o traspasar a otro hombre! ¿Te enteras?
Mariza lanzó un quejido al sentir esa bofetada en el rostro, chilló en el suelo.
—¡Estúpida mocosa! ¿Qué crees que haces?
Su madre entró, levantó a su hija del suelo, ella sollozó.
—Vamos, Mariza, debes volver con tu esposo.
—Madre, ¿por qué me tratan así?
—¡Vete, Mariza! Si no vuelves con tu esposo, aquí no volverás, estarás en la calle —dijo su padre
Mariza tomó su valija, las lágrimas rodaban por su rostro, salió de ahí, volvió al auto.
Condujo de vuelta a casa, odió tener que volver, sintió vergüenza, no tenía a donde más ir.
Al llegar, pensó en lo que haría.
«Hablaré con él, le diré la verdad, que no sabía nada de que mi familia recibiría dinero, él se divorciará de mí, no me importa nada más», pensó
Mariza subió a su alcoba, Jorge estaba bebiendo, levantó la vista, se sorprendió de verla ahí.
—Mira, ¿qué tenemos aquí? La esposa digna por fin volvió a casa —dijo con una sonrisa burlona.
Los niños corren por el jardín, han pasado cinco años.Mia y Arturo tuvieron a Miranda, su pequeña.Catalina y Luca tuvieron a su hijo David.Dos años después, Helena y Xavier tuvieron a sus mellizas Daniela y Sarah.La familia crece, día a día, y nunca hemos dejado de estar juntos.Sonrió, escuchó las charlas, los juegos, la alegría.Hace tres meses, mi padre Jerónimo nos dejó, partió en paz, pero recuerdo que un día antes me preguntó.—¿Crees que tenga haya sido un mal padre?Tomé su mano, y le dije que no, era un gran padre. Hizo lo que pudo, se equivocó como todos, pero era mi padre, lo amaba, y si podía volver a nacer, lo elegiría de nuevo.Un dìa después se puso mal y falleció.Lloré, me quedé con esa pregunta, pero luego, entendí que es el final de un ciclo, no hay forma en que esta historia se acabe, que no sea el final de la vida.Vivió en paz, olvidó lo malo, recuerdo lo bueno.Cada dìa que pasa solo quiero ser un mejor padre. Y un mejor esposo.La cena está servida, nos reu
Pronto fue la boda de Helena y Xavier.Fue una boda hermosa y emotiva.Cuando finalizó, los novios partieron hacia un destino a una isla en Grecia.Al día siguiente.Mia y su madre dieron un paseo por el lago cercano a casa.—Amo el lago, me encanta que vengamos a desayunar aquí un dìa por la semana —dijo Darina.—Mamá, te tengo un regalo —dijo Mia con emoción.Mia le dio una caja de regalo en las manos.Darina se quedó perpleja.—¿Y esto? No es mi cumpleaños —exclamó Darina confundida.Mia sonrió.—Quiero consentirte.Darina abrió el regalo, estaba ansiosa por conocerlo, vio lo que parecìa un trozo de tela.Lo desenvolvió y su sorpresa fue enorme. Era un mameluco de bebé con una leyenda: “eres la mejor abuelita del mundo”.Hizo un gesto de sorpresa, levantó las cejas, y cubrió su boca, a punto de lanzar un grito.—¡¿Es verdad?!Mia asintió con ojos llorosos.—Tendrá un hijo, mamá, tendrás un nieto.Darina y Mia se levantaron, se abrazaron con fuerzas, se abrazaron.—¡Oh, mi amor! ¡Qué
Seis meses después.Luca y su padre estaban en la empresa, se enteraron de la muerte de Luis Saavedra, no se alegraban de eso, pero Luca sentía cierta paz.Su muerte no fue algo natural, ni por enfermedad, hablaban de una muerte de sangre bastante cruel en prisión.Resulta que, Jerónimo había visitado a Enrique, y fue èl quien le confirmó las sospechas a Enrique sobre que ese hombre había atacado a su hija, aunque Enrique nunca conoció a Mia, la idea de que ese hombre lastimara a su hija no le hizo gracia, provocó que varios hombres atacaran a ese sujeto hasta que lo ultimaron.—¿Por qué el abuelo lo visitó? Pensé que nunca màs quiso saber de èl —dijo Luca.—El abuelo se siente culpable, supongo que fue a limpiar la conciencia.Luca lo entendió.Estaban a poco tiempo de la boda de Helena, y todo era emoción en la familia.Darina y Mia fueron a visitar a Catalina, pero se encontraron con la sorpresa de que ella no estaba ahí. Entraron a ver a Perla Lucía. Cuando llamaron a Catalina, e
La fiesta terminó, los novios debían ir de luna de miel, irían a una isla del Mediterráneo, se despidieron de todos y partieron.Amaranta pidió a Darina que se quedara con ellos, al menos por un tiempo; ella aceptó.Pronto, la fiesta finalizó. Pero, Jorge y su padre se quedaron juntos.—Hijo, quiero, pedirte perdón, por todo.Jorge abrazó a su padre, cada dìa era màs mayor.—Padre, el pasado ya no me importa, soy feliz, y mucho te lo debo a ti. Me diste la vida, no te guardo rencor por errores del pasado, soy padre ahora y serlo no es fácil.El hombre tomó su mano.—A veces, pienso en Enrique, cómo lo volví así.Jorge negó.—Cuando plantamos un árbol, hacemos todo lo posible porque crezca recto, porque crezca sano y alto, lo regamos, lo cuidamos, pero, debes entender algo que entendí con mis propios hijos, y con mi vida; al final, puedes hacer todo por quien amas, pero nunca amarás lo mismo por los dos, no hay nada que pudieras hacer, Enrique es lo que es, ni por ti, no por nadie, solo
Cuando llegaron al jardín de la mansión, todo estaba listo para la boda. Los familiares estaban ahí, también amigos cercanos.Los invitados esperaban, y el juez también estaba listo para comenzar la ceremonia.Esta vez, Mia caminaría rumbo al altar, tomando la mano de su madre.Ambas tomaron sus manos y caminaron hacia el altar, mientras todos aplaudían y las observaban.Mia tenìa ojos con lágrimas, pero su sonrisa era la màs hermosa y pura.Ambas caminaron y llegaron hasta el pie del altar.Darina besó la frente de su hija, mirò sus ojos con infinito amor, que, por fin, Mia podía sentir.—Sè feliz, solo mereces ser feliz.Mia sonriò, besó sus manos, luego tomó la mano de Arturo.—Es la segunda vez que tomas mi mano, y nunca la volveré a soltar, ese es mi juramento de amor.Ambos se miraron con ojos llenos de amor. Estaban listos para volver a ser marido y mujer.La ceremonia comenzó, y el juez, pronto los declaró marido y mujer, firmaron el acta de matrimonio.—Por el poder que me da
—¿Qué haces aquí? Te hacía tan lejos de aquí.Darina sonriò.—Quise volver, estuve pensando, trabajando con niños en situación de calle, y luego pensaba en ti, era como si algo me hiciera falta. Tú me haces falta, Mia.Mia no podía creer en sus palabras, era como si su sueño màs profundo se volviera realidad.—Darina…—Tenìa miedo, he estado enojada, frustrada y asustada, fui una niña herida, y me quedé en un papel de víctima del que nunca pude escapar. Sé que lo que pasó no fue mi culpa, pero me aferré al odio, me aferré al dolor, no supe como liberarme. La vida está pasando, Mia, y solo soy una espectadora, no quiero ser como esta hoja que el viento lleva de un lado a otro.Mia tomó su mano entre la suya.—Darina, sabes que siempre estaré aquí…—Es tan difícil comprender como hay mundos tan diferentes, me duele, haberte alejado, tuve tanto y no tengo nada, mi corazón está vacío, y te necesito, pero, no sé si podemos traspasar esta barrera de amor.Mia tenìa ojos llorosos ante las pal
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