Te odio.
Ante el silencio que se extendió entre Sebastián y Marina, el vicepresidente experimentó satisfacción, pues ese mutismo prolongado significaba que la pareja no había concebido descendencia. El silencio hablaba más que cualquier palabra.
—Ya veo, no tienen hijos, por lo tanto, no puedes seguir ostentando la posición de presidente de esta empresa —declaró con triunfo apenas disimulado, saboreando cada palabra como quien degusta un manjar.
—No tienen descendencia en este momento, pero… están a tiempo de concebir un heredero. Son jóvenes y tienen toda una vida por delante… —expresó el abogado, deslizando sutilmente ideas a Stella y Sebastián, para que consideraran la posibilidad de planificar la llegada de ese hijo tan necesario.
El vicepresidente se rio con una sonrisa sardónica que no intentó disimular, porque después de presenciar cómo Stella había delatado a Sebastián durante la reunión anterior, confesando abiertamente ante todos los presentes, sin un ápice de duda o remordimiento