El balcón no tenía las ventanas selladas, así que si llovía se empaparía por completo.
Y Leandro… Supuso que no volvería esta noche. Después de todo iba a quedarse con una mujer bella.
Su corazón se hundió al pensarlo, pero apretó los dientes con fuerza e intentó soportarlo.
La puerta de cristal también estaba cerrada. No había ningún lugar al que pudiera retirarse, así que asomó la cabeza, miró al césped y tragó saliva. La última vez bajó desde aquí, así que esta vez… debería poder hacer lo mismo.
Julieta respiró hondo y volteó con cuidado el barandal, pero como tenía las piernas lastimadas resbaló y estuvo a punto de caerse.
Apretó los dientes, se arrancó todos los azulejos de porcelana de la mano y trató una vez más de darse la vuelta y bajar las escaleras poco a poco.
Sin embargo, justo cuando estaba a punto de llegar al suelo, su mano resbaló debido a la sangre que tenía en ella, cayó sobre el césped y el azulejo de porcelana de su pierna se le clavó aún más.
No tenía tiempo para