Julieta miró a Hernán y luego se agachó para recoger a Dulce y dijo:
—Dulce, cuando veas a un hombre no tienes que llamarlo papá. Es muy peligroso. Hay muchas personas malas afuera.
Dulce giró la cabeza para mirar a Hernán. Parpadeó y dijo:
—Mami, no estoy llamando a cualquier persona papá. Llamé a este tío papá porque es guapo.
¿Guapo?
A una edad tan joven, ya había aprendido a juzgar la apariencia.
Sin embargo, poco sabía que los hombres guapos y las mujeres hermosas eran igual de peligrosos.
—Dulce, al tío no le importa ser tu papá. Si estás dispuesta a ayudarme a convencer a tu mamá, puedo ser tu papá.
Mientras decía eso, Hernán se acercó para pellizcar las mejillas gorditas de Dulce. Añadió:
—Eres tan adorable.
Dulce lo creyó. Lo miró con sus brillantes ojos y dijo:
—¿En serio? ¿Voy a tener un papá? ¡Qué bueno!
Julieta miró fríamente a Hernán y dijo:
—Señor Gil, los niños pequeños se toman muy en serio lo de papá y mamá. Por favor, no hagas bromas al respecto.
Después de decir e