—Lo escuché todo —dijo Leandro.
Él se acercó a ella y la agarró del cuello. Apretó los dientes y dijo:
—¡Así que tú fabricaste todo esto! Dalila, ¿por qué?
Dalila, luchando por respirar bajo la presión, dijo:
—¡Por celos! ¡Yo estaba celosa de ella!
¿Celos?
Leandro sintió una furia ardiente. Quería matar a esta mujer.
Todo había comenzado por causa de ella.
Esta mujer provocó el malentendido entre ellos, lo que llevó a la muerte de Julieta.
Él creía que ella tenía una relación extramatrimonial, y ella pensaba que él había matado a Jasmine.
Las mejillas de Dalila se enrojecieron como si fuese a perder la respiración en cualquier momento. Le golpeó vigorosamente la mano y dijo con dificultad:
—Leandro... No puedes matarme. ¡Lo prometiste!
Ante estas palabras, Leandro presionó cada vez más fuerte con su agarre. Cuando Dalila estuvo casi sin aliento, la soltó.
Dalila tosió varias veces y dijo con voz ronca:
—¡Cof, cof! Leandro, cuando viniste a suplicarme que dejara ir a Julieta, me promet