Era la primera vez que Julieta veía a Leandro tan vulnerable y desesperado, por lo que le resultaba difícil hacerlo. Pero Jasmine fue asesinada por Leandro. ¡Debía vengar a Jasmine!
Además, ya estaba hecho. No había forma de que se arrepintiera, y tampoco iba a arrepentirse.
Recogió la ropa del suelo y salió corriendo. No se atrevió a mirar a Leandro otra vez. Porque temía que, si lo miraba una vez más, se ablandaría.
Después de salir de la habitación, buscó un sitio, se vistió y se fue en el coche de Leandro. Esperó a salir del barrio y frenó en seco. Se detuvo a un lado de la carretera y lloró de dolor.
Ni siquiera estaba tan tranquila como aparentaba, estaba en pánico y asustada…
Todo su cuerpo temblaba. Había matado a alguien. Había matado con sus propias manos al hombre que había amado durante diecisiete años.
Miró la hora. Eran las siete y media de la mañana.
Si no había calculado mal, Renzo ya habría llamado a Leandro y le habría encontrado… El resto… Dependía de su suerte.
Ju