Tan pronto como Dalila entró al apartamento, escuchó un golpeteo en la puerta.
Se sentía complacida y tarareaba una melodía mientras iba a abrir la puerta.
Sin embargo, cuando vio a la persona en el umbral, su rostro se puso rígido y preguntó:
—Leandro, ¿por qué estás aquí?
—¿No puedo venir a mi casa?
Dalila se rio con vergüenza y respondió:
—No quise decir eso, solo pensé que estabas en…
Sin esperar a que terminara sus palabras, Leandro la miró con frialdad y preguntó con un tono severo:
—¿Tuviste algo que ver con el incidente de Jasmine?
—¿El incidente de Jasmine?
Dalila agarró rápidamente su brazo, y dijo con coqueteo:
—Leandro, ¿también sospechas de mí? Prometiste confiar en mí.
Leandro calmadamente se zafó de su mano y dijo con un tono gélido:
—No pongas a prueba mi paciencia. La confianza que te he dado ya es más que suficiente.
Viendo su firme actitud, Dalila se sentó en el sofá y comenzó a llorar:
—Leandro, siempre haces esto conmigo. Siempre me cuestionas por Julieta. Si n