Julieta, totalmente aturdida por el susto, se apoyó en los brazos de Leandro.
Al ver a Ismael en ese momento confrontando a Jorge, quedó momentáneamente paralizada e intentó mirar cautelosamente a Leandro, pero notó que él no le prestaba ningún tipo de atención.
En ese momento, Jorge se quedó confundido, forcejeó instintivamente y exclamó:
—¡Suéltame! ¿Quiénes son ustedes?
Sin aguardar la respuesta de Ismael, Leandro intervino con gran sarcasmo:
—Jorge, ¿no me reconoces? Nos hemos encontrado antes.
Leandro no esperaba que este hombre pudiera ser tan audaz.
Después de haber sido advertido anteriormente, igual se atrevía a buscar a Julieta de nuevo.
El cuerpo de Jorge se puso rígido, le miró a Leandro con miedo y le dijo,
—Lean… ¿Señor Cisneros?
La mano de Leandro apretó la delgada cintura de Julieta con fuerza. Con una sonrisa irónica, le afirmó:
—¡Julieta es mi mujer! Aunque no la desee, tampoco puedes tocarla.
Jorge estaba por morir del susto, y suplicó desesperadamente:
—Señor