—¡Eres tú quien está loco! ¡Fue Dalila quien ordenó que me secuestraran! ¿No eras el hombre más poderoso de Ciudad Marina? ¿Cómo es que ni siquiera puedes manejar a una simple mujer? ¿Tanto confías en ella? ¿Sabes a quién le dio su primera vez?
—Julieta, ¿te has vuelto completamente loca? ¡Otra vez con lo mismo, acusando falsamente a Dalila! Todavía estaba en el hospital cuando te secuestraron, ¿cómo lo planeó?
Mientras decía esto, agarró a Julieta por los hombros y la sacudió, preguntándole:
—¿Cómo te atreves a sospechar de ella? Es tan buena que piensa en tu seguridad todos los días y me lo demuestra. Julieta, ¡eres incorregible!
Julieta reaccionó calmándose repentinamente, bajando la cabeza y riendo de forma despectiva, dijo:
—Leandro, eres selectivamente ciego.
Acto seguido levantó de nuevo la cabeza, con las lágrimas cayendo a los lados, y miró a Leandro con desesperación.
—Si algún día ella logra asesinarme, ¿me vas a regañar delante de mi tumba, ‘Julieta, eras tan malvada que