Levantó la cabeza y miserablemente miró al hombre que una vez era la luz de su vida entera. Preguntó ásperamente:
—¿Y bien? ¿Cuál será mi castigo esta vez?
El corazón de Leandro se hundió ligeramente. Esta mujer era muy buena fingiendo para que sientan lástima por ella y así ganar simpatía. Él ya había caído en sus trucos muchas veces, pero no esta vez, esta vez el truco no iba a funcionar.
¡Definitivamente no podía volver a caer esta vez!
Leandro extendió su brazo y levantó a Julieta con fuerza. Sus fríos labios presionaron la oreja de Julieta y amenazó:
—Julieta, queda claro que no te arrepentirás por nada jamás... ¡No me culpes por destruir todo lo que te importa!
Julieta temblaba incontrolablemente mientras lo miraba horrorizada y dijo:
—¿Qué vas a hacer? ¡No lastimes a Samuel!
—¡¿Rogándome?! ¡Ya es demasiado tarde!
Dicho esto, la arrastró escaleras hasta abajo y la lanzó al asiento trasero del auto. Julieta no pudo hacer nada más que encogerse en una esquina y preguntó:
—Leand