Ella tembló y dio un paso atrás. Reclamó:
—Porque hace dos años te equivocaste. E incluso sabiendo que estabas equivocado, confiaste en la persona equivocada y odiaste a la persona equivocada. Pero igual no pudiste mirar atrás, todo porque te preocupa tu reputación, ¿verdad? Y sobre Dalila, una mujer que asesinó despiadadamente a toda mi familia, ¡dijiste que era un ángel!
Los pulmones de Julieta bombeaban y una bola de sangre brotó en su boca. Frunció el ceño, volvió a tragarla y continuó:
—Leandro, ¿dijiste que Dalila te dio un riñón? ¿Por qué no le preguntas si es el del lado derecho o el izquierdo? Este tipo de mujer que roba al marido ajeno y toma la vida de otras personas, ¡tal vez también robó el riñón!
Leandro se quedó atónito, y su agarre sobre Dalila se aflojó un poco.
—Julieta, ¿qué tonterías estás diciendo? —dijo Dalila—. Dos años atrás, engañaste a tu esposo cuando él estaba teniendo un accidente. En ese momento la situación era crítica, el hospital no tenía ningún órgan