Los labios cálidos de Tristán me despiertan y no puedo evitar sentirme feliz de tenerlo conmigo de esta manera.
Anoche, después de nuestro encuentro, me pregunto si podía dormir conmigo y sinceramente no tuve corazón para echarlo.
Una parte de mí quiere abrazar estos sentimientos, pero la parte racional me insta a alejarlo.
Me recuerda la oscuridad que me sumergió la última vez.
— Deja de pensar tanto— escucho que dice pegado a mi oído y siento más que veo su sonrisa.
Abro los ojos y me encuentro con su mirada.
— Desde aquí, puedo oír como tu cerebro está a punto de explotar.
No lo puedo evitar, una sonrisa divertida se instala en mis labios.
— ¿Ahora, me lees los pensamientos?
Chasquea los labios.
— No. Pero sé cómo debes sentirte.
— Tristán.
— Solo digo— se defiende— Vamos a lidiar con todo más tarde—continúa—Ahora, tengo mejores cosas que hacer.
— Vale—asiento— Debemos levantarnos y prepararnos para el trabajo.
— No eres divertida— dice mientras hunde su rostro en el hueco de mi cu