Pedro mantiene los ojos fijos en la enorme loba blanca frente a él. Aprieta el arma con más fuerza entre sus manos, que comienzan a temblar levemente mientras escucha los gruñidos de la lycan.
— Pedro, no dispares, no podemos llamar la atención. Esta lycan debe ser una Velut Luna, no debemos... — Mariana habla acercándose lentamente, sus ojos fijos en las manos temblorosas de Pedro.
— Nos va a delatar — él la interrumpe. Mariana entonces mira los ojos de la loba y se detiene, su mano suspendida en el aire antes de alcanzar el hombro de Pedro.
¿Sasha? — Mariana frunce el ceño. — No puede ser... a menos que...
La loba gruñe de nuevo y entonces sus ojos —un azul profundo y cristalino, idénticos a los de Pedro— se encuentran con los del humano, y él siente el impacto.
Sus ojos reflejan un dolor y una añoranza que él reconoce en su propia alma. En un instante de claridad, finalmente comprend