ASHTON GARDNER
El auto entró a la mansión, y lo primero que vi fue otro vehículo que conocía demasiado bien. Mi cuerpo se tensó. William se estacionó en la entrada, y yo salí con paso firme, sin esperar a que abriera la puerta.
Al cruzar el umbral, ahí estaba él. Jugando con mi hijo. Sonriéndole a mi mujer.
—¿Qué haces aquí? ¿Quién te invitó? —mi voz fue un rugido contenido—. Baja a mi hijo ahora.
—¡Papi! No sabía que tenía un tío. Él es muy gracioso —respondió Erick, con su sonrisa inocente que me partía el alma en dos.
Mi mirada se posó en Liss. Ella me miró con ternura y se acercó para besarme.
—Hola, mi vida. Bienvenido.
Al sentir sus labios, toda la rabia se desinfló un poco. La abracé con fuerza, inhalando su aroma como si fuera lo único que me mantenía cuerdo.
—Vaya... —dijo el intruso con una sonrisa burlona—. De verdad te domaron, Ash. Tengo un pequeño sobrino, tan guapo como yo, y no me habías dicho nada.
—No hay nada que decir, Ethan —gruñí, aún sin soltar la cintura de Lis