El corazón de Oleika palpita acelerado al encontrarse sola y en el exterior del territorio perteneciente al aquelarre, ese mismo que ellos protegían con magia, aquí ella se estaba completamente sola.
Ahora se encontraba en medio de las dunas, caminando con el peso de la arena en sus pies, mostrándole que una pequeña incomodidad que a la larga se vuelve absolutamente dolorosa e intolerable.
Toda la planta de sus pies se encontraba abierta con pequeñas heridas dejando una huella fehaciente de su sangre marcada en las pequeñas rocas y cristales que estaban en el suelo.
— Voy a encontrarte y si todo es como yo creo, sé que estarás esperando por mí— decía ella como un susurro, confesando ante el viento sus verdaderas intenciones.
En ese momento, cuando llegó a la primera hilera de altos árboles que daban inicio a un bosque y a un territorio externo, Oleika comenzó a sentirse observada de nuevo.
— Lo sabía— susurra ella al mismo tiempo que se acerca a esa sensación de peligro. — Sabía qu