Lía estacionó frente al pequeño edificio en el que Made vivía. Bajó del auto y se encaminó a la entrada, luego de llamar por el intercomunicador, la puerta se abrió. No había ascensor, pero solo eran dos pisos, así que subió las escaleras poco a poco dando rienda suelta a sus pensamientos.
Made le atraía poderosamente y no era habitual que un humano lograra eso. Ella no solía entablar relaciones con los humanos, a quienes consideraba seres inferiores. Sí, era cierto que se había involucrado con Dorian, a quien ella misma convirtió cuando este aún era humano, pero Dorian en su vida pasada no fue un humano ordinario.
Sin embargo, Lía tenía una manera caprichosa de ser y si algo le gustaba, simplemente lo tomaba sin ponerse trabas, así que ¿por qué tendría que ser diferente con Madeleine? La bartender era hermosa, dulce y entretenida, un soplo de brisa fresca en su aburrido cementerio de siglos. La disfrutaría de la manera que le apeteciera y si llegara el momento en el que el deseo p