Todo pasaba muy lento, las contracciones eran cada vez más fuertes, Akemi se mantenía en su habitación, tratando de calmarla, pero nunca estuvo en ningún parto de sus hijos.
— ¡Dios! Que esto acabe – Eyra se sostenía del borde de su cama.
— Tranquila todo…
— Si dices que todo estará bien juro que te cortaré las bolas aquí mismo Akemi.
Levantó las manos y suspiró.
– Buscaré al doctor.
— Sí, haz eso – Eyra seguía soportando las contracciones. – Maldita sea Konstantin, te necesito aquí cabrón de mierda.
Escuchó la voz de Akemi fuera de la puerta, entró seguido del doctor.
— Bien Eyra – dijo el doctor. – Vamos a revisarte.
Akemi la ayudó a subir a la cama, Eyra abrió las piernas y el doctor revisó cuan dilatada estaba.
— Estás en el punto mamá, llamaré a la enfermera y tu obstetra ya está aquí, prepárate vas a ser mamá.
Eyra le sonrió y suspiró sintiendo otra contracción, Akemi se acercó a ella cuando el doctor se fue.
— ¿Lista? Pronto vas a tener a tu bebé.
— Estoy lista desde ha