Alexa
Habían pasado los días, semanas, y Ramiro no aparecía. Y lo peor de todo: no aparecía el culpable de lo que le había pasado a esa chica, en dado caso de que no fuera él el culpable, que sinceramente yo estaba muy segura de que él era el responsable. La policía no había podido dar con su paradero y, mientras más pasaba el tiempo, más nerviosa me ponía. Pero tenía que seguir mi vida de la misma manera. Una mañana, me levanté sin ganas de ir a trabajar, pero cuando salí de la ducha, sonreí al ver a Roxy dormido tan tranquilo. Así que, muy lentamente, caminé hacia el vestidor. Había decidido utilizar un lindo traje sastre, así que coloqué mi falda de tubo negra y una blusa de tiras roja de encaje. La verdad es que me encanta. Coloqué mi blazer y dejé mi cabello suelto; solo rizo un poco las puntas, coloqué un poco de brillo en mis labios y tomé mis zapatos en mis manos, pues no quería despertar a Roxy.
Me acerqué a él y le dejé un pequeño beso en su frente. Cuando me doy la vuelta,