Quién es el invitado

Veo a mi alrededor y lo raro es que todo está en su lugar; las niñas preparándose para su show, los juegos están que arden al ver la cantidad de clientes. Los grandes están jugando; apostando y ganando en el casino, otros esperando a las niñas para satisfacerse en el placer.

—¿Qué pasa? —pregunto con un tono prepotente.

—El invitado —tartamudea.

—Ponky, desde cuando eres tartamudo —siento que perderé la paciencia con él—, no tolero los rodeos Ponky—le advierto.

—El invitado vino una hora antes y… —susurra y cada vez me deja con mucha intriga.

—Vete a la m****a —decido no gastar mis energías y le permito a mis pies avanzar.

—Espere… Él pidió una pieza privada —me detengo en seco y sin esperar doy media vuelta hasta verle a los ojos.

—Una pieza —siseo entre dientes.

Ahora más que nunca tengo que averiguar quién es ese hijo de puta y, si es un vividor de m****a, que ni crea que lo permitiré. Ah, no sé por qué Lobreguez quiere que ese puto esté aquí. Doy media vuelta y hecha una furia camino a paso rápido en el lugar donde observaré que es lo que el puto está haciendo. Ponky sigue mis pasos y dice que no puedo hacer lo que estoy pensando.

Con un solo gruñido lo hice callar porque aquí se hace lo que yo diga, ya que todo lo que está a mi alrededor está únicamente a mi mando y si ese puto viene a trabajar, es a trabajar y no consumir la mercancía.

Sigilosamente, paso a lado de los clientes tratando que mi presencia sea desapercibida. Entrando al cuarto de cámara le digo al Soñador y a Ponky que se retire porque la única que tiene que ver a ese hijo de perra, soy yo. No me agradan los machos que se la quieren dar de grande.

¿Viene a trabajar o aprovecharse de lo que hay dentro del club?

Ambos obedecen sin decir ni una sola vocal, mientras ellos salen yo me encargo de cerrar la puerta y de poner el seguro. Doy media vuelta y sin perder el tiempo me acerco a las pantallas de las cámaras. Dejo mi cartera sobre la mesa y me acomodo sobre la silla frente a los controles de video, dejando que la intriga y la curiosidad me inunden por supervisar por saber quién es ese hijo de puta. Mis ojos buscan con desespero la cámara que está justamente en la pieza.

Mis ojos desesperantes como un vaivén buscan en todas las cámaras hasta ver al desconocido de espalda y una de mis niñas lo seduce y comienza a provocarlo. Ella pasa su lengua en la comisura de sus labios.

—Tienes un... Hmmm —su voz varonil hace que mi piel se erice y que mi chica se vuelva loca—. Seré el primer hombre que te hará disfrutar y sentir el placer.

¿Quién es ese hombre? No puedo apreciar su rostro porque la posición de la cámara solo me permite ver de largo, pero lo que sí es evidente es que ambos emanan placer y lujuria, hasta puedo sentir como mi cuerpo empieza a sentir un calor ardiente.

—Quítate la ropa —ordena tras alejarse de ella.

Dentro de estas cuatro paredes puedo escuchar lo que en esa pieza se habla, sí, es que el Soñador estaba entretenido escuchando lo que ese desconocido estaba hablando.

El Soñador sabe que está prohibido que los audios de cada pieza estén en altavoz, ya que el propósito de las cámaras es únicamente para asegurarse que ninguna de mis niñas sufra un maltrato, pero tanto como el Soñador y mi persona están infringiendo las normas, ya que el único motivo del que estoy aquí es porque tengo la necesidad de ver a ese vividor de m****a.

Mis ojos no se quitan de la pantalla y puedo observar como ella se despoja del mini-vestido que lleva puesto para luego quedar solo en ropa interior.

Espera... Espera... Espera...

De repente veo como él la aleja al escuchar su móvil resonar, ¿quién será la inoportuna persona que lo estará llamando? Ja, es en un mal momento porque ahora el pájaro se le habrá bajado por completo y eso si es el tamaño de un pico de pájaro o el tamaño de un equino.

Ah, y yo quería conocer si es grande o pequeña, ya que si es pequeña me podría burlar y así tenerlo de las pelotas, pero lastimosamente lo llaman y no sé quién es, ya que lo único que se escuchan son susurro y más susurros.

¡Mierda!, mi cuerpo está acalorado y solo por ver la tensión de ese par, pero, así como entraron, así mismo se irán.

No… No… No…

—¿Qué pasa papi? —ella pregunta con un ronroneo.

—Me tengo que ir —su molestia es notoria, pero lo que no comprendo por qué el cambio de humor.

¡Será porque le arruinaron el momento!

Me levanto abruptamente porque aquí ya no hay nada que ver y menos que escuchar, ya que al parecer al amigo le acaban de dar una mala noticia, sí, una de mal gusto, puesto que su cambio de humor dice más que una palabra. Tomo mi cartera, le doy una última mirada a la pantalla y me complace ver que el desconocido ha salido de la pieza.

Camino hacia la salida con la única intención de reunirme con ese vividor, para asegurarme al cien por ciento si es el invitado y cuál es el motivo de su presencia en el club. Abro la puerta y para mi sorpresa los dos imbéciles están esperándome y con la expresión de sus rostros puedo detectar que algo está pasando. No hay necesidad de ser adivina o una psíquica para sacarle a este par de idiotas lo que sus rostros no pueden ocultar.

—Les doy dos segundos para que me digan que es lo que me están ocultando —exclamo intentando no perder la paciencia.

—El amo —dice en un hilo de voz—, el amo está furioso porque no atiende su llamada y porque el invitado ha venido y usted no se ha dignado en recibirlo—toma una bocanada de aire para tener el valor de decirme lo que para unos es un gozo y que para mí es un problema.

Puta m****a, y ahora qué es lo que voy a hacer. ¿Cómo es posible que no estuve pendiente de la llamada del amo? Ah, todo eso fue por estar observando a ese maldito vividor. Ahora me he ganado la furia del amo, pero no me quedaré con los brazos cruzados porque si estoy en problemas es por el maldito vividor.

—¿Dónde está el vividor?

—¡¿Vividor?! —exclama en unísono.

—Llévenme donde está el invitado de la noche —dejo salir un suspiro mientras abro mi cartera y saco mi móvil.

En efecto, tengo dos llamadas perdidas y con solo una basta, ya que para el amo es una falta de respeto que le demos un desaire de no contestar con el primer repique.

—Vamos y no hagamos esperar al señor, ya que puedo determinar que el amo le acaba de llamar la atención —doy media vuelta y a buen paso camino por el pasillo para entrar al bar donde me imagino que debe estar el muy vividor, por el hecho de que no lo he invitado a mi oficina.

De reojo puedo ver que Ponky sigue mis pasos y el soñador se quedó, puesto que él debe continuar con su labor, mientras que yo tengo que controlarme y ser lo más cordial e hipócrita, pero si ese imbécil me hace perder la paciencia juro que no estoy dispuesta a doblegarme y ser la buena samaritana que él espera tener bajo sus pies.

A unos pasos de la barra me detengo y por unos minutos me quedo observando al desconocido que está cómodamente sentado sobre el taburete de madera. En par de segundos él detecta mi presencia y sus ojos se convierten en un escáner, deja su vaso de whisky sobre la reluciente barra de granito para levantarse y para dirigirse hacia mi dirección.

El hombre castaño está a tan solo unos pasos. Joven, aunque el traje fino que lleva puesto dice a simple vista que es un hombre maduro y prepotente.

—Eh, Hmmm… Ponky —el elegante desconocido se dirige hacia Ponky mientras que a mí me ignora—. Puede llamar a la encargada de todo el lugar, pero sin antes decirle a la chica presente que un cliente la está esperando—dice tras señalar a unos de los clientes que está esperando que el show empiece.

Uno… dos… tres.

El puto quiere que pierda la cordura, pero la inteligencia es uno de mis atributos. No pienso ponérselo tan fácil y que el amo le dé la razón a él y a mí me tome con una novata.

—Creo que se está confundiendo, señor, la dama que está delante de usted es… —levanto un dedo indicándole que guarde silencio.

—Ponky, desde cuando le tienes que rendir cuenta a este vividor.

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