El otro lado de la moneda

—No, Olivia, sabes que puedes trabajar en algo mejor y también en la cafetería —su paranoia me sorprende—. Puede que después que saliéramos del convento no tuvimos la suerte de estudiar, ya que ambas nos encargamos de subsistir y no para prepararnos como todo adolescente hubiese querido.

Pufff… Y ahí comienza mi historia junto con la de Norma.

Norma es una chica carismática, empática y sobre todo tiene una linda personalidad. Para ella la belleza es todo lo que una mujer debe tener. Ella es mi rubia de ojos verdes, la que no ha querido tener una relación sería porque piensa que moriré en el intento.

Norma insiste que soy la chica débil, sí, la que morirá en el intento, también asegura que no tengo el carácter para vivir sin ella, aunque mi pensar es que ella no puede vivir sin mí.

Para ella la soledad es una mala compañía y tu enemigo, sin duda.

—Norma, hace once años que salimos de la casa hogar y sinceramente no me pone mal que ambas no hubiésemos tenido la oportunidad de tener una carrera —dejo salir un suspiro tras acercarme a ella y abrazarla—, lo más importante es que estemos juntas.

No… La única que no estudió una carrera fue Norma y no porque no hubiese querido, todo fue porque ambas teníamos que salir al mundo y buscar un trabajo con el fin de tener un techo y el alimento del día a día.

Algo que no sabe Norma es que una persona llegó a mi vida y me dijo que uno puede luchar estando en las circunstancias más difíciles; una de ellas es buscar la manera de saber lo básico de una matemática y de las estrategias que te pueden ofrecer una carrera.

Él me propuso estudiar una carrera en línea y me recalcó una y otra vez que el tiempo es nuestro y que el único que lo puede controlar es uno mismo, así que trabajé y en el tiempo de descanso me encargaba de estudiar y ser eficiente al cien por ciento. No soy de las personas que se rinden y menos de las que se resignan.

Hace cinco años terminé mi carrera de finanzas y al mismo tiempo iniciando ser parte del club clandestino… La persona que me alentó es la misma persona que me ofreció el trabajo de ser la Dama de la noche y de día ser la niña que no rompe ni un plato.

—Estamos juntas porque nos rehusamos a que una familia nos separara —protesta.

—Estamos juntas porque ambas nos amamos y tenemos lo que nadie puede tener —susurro cerca de su oído para luego darle un beso en la mejilla —, no somos la clase de mujeres que nos desanimamos por no obtener una carrera, somos mujeres que miramos únicamente adelante y no lo que el otro tiene—sale de mí una vocecilla fina y dulce—. Las galletas y lo que la señora me paga, es suficiente—recalco tras alejarme un poco de ella—. Nena, sé que quieres uno de esos vestidos que quedan acorde a tu cuerpo perfecto—nuevamente le vuelvo a señalar el closet.

—Tienes razón Olivia, las galletas les fascina a los clientes y te digo que en cinco horas —extiende su mano derecha y en su rostro se dibuja una enorme sonrisa—, quieren el doble del pedido que acostumbran a solicitar.

Waooo… Eso quiere decir que dormiré menos de lo esperado, pero puedo apresurarme y hacer la cantidad que hago a diario. Cada cafetería me pide cien galletas y eso que se le terminan en menos de veinticuatro horas.

Los retos son mi pasión y más cuando los resultados son buenos.

—Cumpliré, pero antes tienes que escoger el vestido y terminar de alistarte porque solo te queda una hora —le advierto.

Aaahhh... Son las cinco y media de la mañana y calculando los minutos creo que me queda tiempo para preparar el desayuno, además Norma entra a trabajar a las seis y media porque tiene que anticiparse para abrir el local.

—Se me había olvidado de que me tocaba trabajar —chilla como una loca—, pero no tengo tanta prisa.

—Tranquila mi amor, mientras tú te vistes yo iré a la cocina y te prepararé el desayuno —le guiño un ojo y decido salir de mi habitación mientras Norma se queda escogiendo el vestido que tanto quiere.

Fuera de la habitación me dirijo hacia donde había dejado regadas las bolsas que traía para luego preparar un rico desayuno y esperar que mi amiga se vaya al trabajo.

Después de lo que acaba de pasar no hay más que pensar e ir a buscar un apartamento, es tiempo de inventarme un trabajo decente para que mi amiga sea feliz y así piense que no hay necesidad que esté conmigo. A pocos pasos llego a la cocina, dejo las bolsas sobre el taburete de madera, apresuro mis pasos y corro tras el refrigerador para sacar frutas y también todo lo que se necesita para prepararle un omelette.

—Olivia, no te molestes en hacer el desayuno —me detengo a sacar las frutas del refrigerador para luego dar media vuelta y ver a Norma.

—¿Por qué? —pregunto tras cerrar la puerta del refrigerador.

—Hmmm… Es que tengo —titubea—. Ay, es que Alejandro me invitó a pasar un día completo con su familia—muerde su labio inferior.

—Oh, ya veo —rodeo la encimera y me acerco a ella—, eso quiere decir que es tu día de descanso—trato de sonar lo más emocionada posible para que ella no note ninguna indiferencia.

No me molesta que salga, solo que a veces siento paranoia de que le hagan algo malo, pero también me alegra que ella no se mantenga encerrada y también de estar pendiente de lo que hago.

—Lo que no sabes es que volveré hasta el lunes —lleva sus manos cubriéndose su rostro—, estaré fuera de casa todo el fin de semana, espero que no te moleste.

—Nena, no tienes por qué sentirte mal y menos dudar —le aparto las manos de su rostro, para ver esos ojos lindos que tiene—. Te adoro y sabes que me hace feliz que salgas de estas cuatro paredes y también de la rutina diaria—esbozo una enorme sonrisa.

—Sí… Me siento feliz porque él me presentará a su familia — salta de la emoción—, lo siento Olivia, pero me están esperando— señala la puerta de la salida.

Nuestro apartamento es pequeño, pero cómodo, está bien equipado; muebles, dos habitaciones con su respectivo baño, una pequeña sala y cocina.

Le digo a Norma que se puede ir y que no pierda tiempo, ya que veo que tiene demasiada prisa y no me gustaría que se arrepienta. Ella se despide de mí y me dice que me cuide y que también no falte con el pedido de las galletas porque si no la matarían a ella, ya que prometió el doble a cambio de su día de vacación.

La muy bandida sale corriendo y lo más extraño es que lleva una maleta pequeña y no todo su closet. No la sigo porque de verdad me siento cansada y necesito dormir un par de horas para rendir en la noche, aunque presiento que tendré tiempo después que entregue las galletas. Después de ver como Norma se iba decido dar media vuelta y sacar en una de las bolsas mi móvil. Voy a darme un baño de espuma, para luego dormir y poner la alarma antes que me quede completamente dormida.

«El amo pide que te presentes una hora antes».

Veo mi móvil y me sorprendo cuando veo un mensaje del amo.

¿Por qué tanta insistencia? ¿Qué importancia tendría el invitado para que necesite de mi presencia? Retuerzo mis ojos y dejo salir un bufido, la verdad que esto no me gusta y presiento que ese invitado me traerá problemas.

Normalmente, el club se abre cuatro veces en toda la semana, pero mi presencia tiene que estar todos los días porque los días que no se abre el club es cuando se atiende otro tipo de negocios importantes, tantos como para club y para el amo…

El club es la entrada para reuniones, juegos y placeres.

***

Diez de la noche y puntualmente pongo un pie dentro del club. A paso firme me adentro y con una media sonrisa saludo a los hombres de seguridad y con unas “buenas noches”, es suficiente para que el saludo se dé por terminado.

—Bienvenida, mi señora Clarke —Ponky hace acto de presencia y me inquieta al notar el nerviosismo en su voz.

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