Capítulo 1.2: Todos tenemos un secreto oculto.

Capítulo 1.2: Todos tenemos un secreto oculto.

【Elouise】

Una figura apareció de repente no muy lejos de donde me encontraba, un viento frío sopló a mi alrededor, lo busqué con la mirada, casi a punto de llegar era el Alfa Christopher, el segundo hijo de El viejo Rey de Alfa. El mismo Alfa Señor que dijo que se casaría conmigo, caminaba a zancadas hacia mí o tal vez hacia la perra de Dayana.

Sé por qué El viejo Rey de Alfa me pidió que me casara con su segundo sucesor Christopher, porque de ninguna manera ese viejo iba a arriesgar a su verdadero sucesor, el futuro Rey de los Alfa Jeon, su hijo mayor, Erick.

—Elouise. Sabes que solo soy digna de casarse con Christopher y disfrutaré de todos los días que pase al lado de él, mis hijos tendrán sangre Alfa y, ¡Me despediré de una vez por todas de la vida de la vida de pobre!, aparte así te perdonaría por romperme la nariz — Me advierta de una manera sínica lo que me descoloca.

—Dayana, no tienes derecho a amenazarme con eso, sabes que? con quien se casa con el segundo hijo del Alfa, eso no depende de mí… — Bramo furiosa, aunque por dentro me siento triste porque por más de que el Alfa me haya prometido por agradecimiento, me ha condenado a una vida que no quiero vivir. Pero nunca le diría a esta mujer arrogante y estúpida que tenía delante que no quería casarme con nadie.

Me dedica una mirada de desesperación, yo le miro de arriba abajo, llevo a un lado mis labios, suspiro ya fastidiada, sin embargo, pienso antes.

—Tsk… No me dices nada porque sabes que es la familia más rica de toda nuestra manada, nada más, quieres obligarme a asistir a su matrimonio, a decir que me opongo para hacer un buen bochorno. — Reprocha pisando el suelo haciendo un berrinche y me percato de que todo el mundo nos está viendo.

—¡Vale!, no interfiere en su matrimonio y menos con esa familia de tal nivel de nobleza, quisiera ganar el apellido de Christopher, pero, tú probablemente tomarías la misma decisión quedarme con el segundo hijo del viejo rey Alfa para salir de la pobreza. — Aúlla con un tono lastimero, por más que quiera ignorarla, se está metiendo conmigo. «Nada más quiero que te calles…».

—Reflexiona sobre lo que dices, no te das cuenta de que estás insultando al Elouise, cuida tu lenguaje Dayana, es más, quiero que te calles, esta es mi última advertencia. — Objeta Christopher ya cerca de donde estamos paradas Dayana y yo.

Nada más, le echo un pequeño vistazo a Christopher, está apretando los puños, miro hacia otra parte porque su presencia como Alfa es lo que me pone nerviosa, por eso, no me gusta que los Alfas estén cerca de mí. Él se interpone entre Dayana y yo. 

—Elouise, tu también.— Es la primera vez que me dirige unas palabras, yo frunzo el ceño y miro a otra parte, porque algo no me gusta.

«Nada más lo había visto de lejos todo el tiempo, pero, no me había dado cuenta de que el Alfa Christopher de cerca podía hacer sentir su poderosa aura y si solo era un refuerzo para un futuro Rey Alfa, no creo que sea un desperdicio intolerable, como me hizo pensar el viejo rey».

—Alfa… Christopher … No volverá a pasar… — Susurro para devolverle algunas palabras, no obstante, no puedo evitar sentirme pequeña en su presencia, huelo su perfume intenso, lo que me marea un poco.

Inconscientemente, bajo la cabeza, sé que es el hijo del Rey, pero, no me atrevo a mirarle porque podía sentir como me detallaba con una mirada invasiva. Cada parte de mi cuerpo temblaba.

Siento un escalofrío recorrer todo mi cuerpo y no estoy entendiendo lo que me sucede. Subo mi mirada solo para ser sorprendida porque sus ojos se encuentran con los míos, me remojo los labios para poder morderlos, ya que aún me tiemblan especialmente los labios.

—Alfa Christopher, no te enojes conmigo, fue ella quien me menospreció primero, diciendo que no merecía ganar el primer lugar en ninguna competencia en la que ella también participará, y que estaba siendo prepotente. — Asevera poniéndole ojitos al Alfa, yo ruedo los ojos, otra vez la poquita paciencia que tengo está agotada.

—¡Yo no he dicho nada de eso, Christopher!, es ella quien me está insultando a mí. — Me acerco para poder darle otro golpe a Dayana, pero, en vez de encontrarme con ella, caigo en cuenta de que está Christopher de por medio, y me tropiezo con su cuerpo, él me toma de la muñeca y ambos acabamos con nuestros rostros tan cerca que puedo sentir su respiración sobre mi cara.

Siento que mi cuerpo me traiciona, siento que estoy perdiendo fuerza, mi corazón late muy rápido, e inconscientemente caigo de rodillas, siento como él me sujeta, me da la otra mano para levantarme.

—Gracias Christopher. — No levanto la cara, me suelta, ni siquiera tengo el valor de verle a los ojos. Sopla una ráfaga de viento, no hubo respuesta y seguí con la cabeza a gacha por la vergüenza de no poder mantener mi postura firme al chocar mi cuerpo contra el de él.

—¡Eres una cabeza de balón, estúpida! ¿No ves que Alfa Christopher se ha ido? — Me grita en voz baja Dayana y ni siquiera me tomo la molestia de verle, siento como mis orejas arden en llama y como si algo me oprimiera a tal punto de no poderme levantar.

—Y eres una tonta ensimismada, desconozco la identidad de tu padre, pero, tal vez sea un brujo o un vampiro por tu comportamiento tan estúpido. — Sentencia insatisfecha porque Christopher ni siquiera la escuchó y no pudo hacerle su drama y solo, la está pagando conmigo. Le miro y veo que está celosa de mi pequeño encuentro con Christopher.

—Es un regalo que el viejo Alfa te deje tener un puesto aquí, que te sirva para llegar a fin de mes y no te eche, así que te sugiero que dejes de ser tan arrogante, te metas el rabo entre las piernas y seas una mujer, y cuando seas la Luna de Christopher, aprovecha ese puesto… — Ahora me aconseja, yo quiero que me trague la tierra porque he hecho el ridículo frente a cientos de personas.

—¿La Luna de Christopher?, el viejo Alfa está vivito y coleando, no puedes decir cosas así, y Christopher tiene un hermano Alfa mayor que él, y él que yo sea su Luna significa que él va a llegar a ser el Rey, sé que quieren que me case con él, pero, solo eso no ser su Luna. — Replico toda confundida.

Pienso en varios escenarios en los que yo podría ser su Luna, pero, es que yo quiero que mi Mate sea Félix, no he sentido alguna conexión con ninguno de los dos, pero, es que soy una Beta. «Esto, ¿No solo es para Alfas y Omegas?, entonces, ¿Qué carajos hago?, no estoy entendiendo».

—¿No sabías? No tienes información directa del palacio, como yo. —Se ríe por mi ignorancia, pero, es que mi mamá nunca me educó sobre estos rangos en profundidad.

—Te lo digo yo, que mi padre ha sido ascendido a Capitán Beta como el Beta más veterano, y lleva una semana seguida velando por la salud del viejo Alfa, gravemente enfermo. —Comienza a parlotear, sin ánimos, la escucho. 

—Y el hermano mayor de Christopher, Erick, ¿Qué le ha pasado? — Pregunto nerviosa, por cómo se había dicho nada más me iba a casar con Erick, pero, no ser su Luna.

Una persona de logística del evento nos indica ir hacia los vestidores para poder cambiarnos de ropa, yo me levanto y salto por el escenario de los clasificados y camino fuera de la cacha.

—A decir verdad, Alfa Erick, también fue envenenado hasta quedar inconsciente en la nueva ronda de ataques lanzada por Rogue, pronto Christopher ocupará el trono, y yo seré la Luna aquí, por eso te digo que me dejes ser yo la quien se case con Christopher. — Me aclara un poco la duda, al final, sigue con lo mismo nuevamente, suspiro pesadamente entrando en los vestidores.

Mi mente se está acelerando con todo lo que me dice Dayana, en vez de ser más feliz estoy más estresada.

—¡Elouise!, al fin puedo alcanzarte, estoy muy orgulloso de que ganaras otra vez, mmm… —Félix me mira de arriba abajo y frunce el ceño— ¿Estás bien? — Félix se termina de acercar a mí desde el centro de la multitud, su voz interrumpió el ruido de Dayana y mis pensamientos.

Él extiende la mano y se limita a quitarme el polvo de encima, naturalmente cogiéndome la mano para sacarme de aquí. Yo solo necesito que él me saque de aquí para cambiar de aires y poder pensar mejor las cosas. «Solo lo necesito a él, Félix es mi roca, es mi mejor amigo, por eso… Siento que él debería de ser mi Mate».

—Yo, estoy bien, es solo que… — Cierro la boca antes de que diga inapropiado, respiro para relajar mi mente y le sostengo firmemente la mano para que no sospeche que estoy intranquila.

 Dejo que Félix camine desde las gradas hasta el centro del patio guiándome, debió vernos a Dayana y a mí discutiendo, solo vino a disuadirme y a llevarme de este lugar tan hostil y envidioso.

—Sí, Félix, llévate a esta prepotente y a ti hombre falso de aquí, ¡Tengo que lavarme los ojos y todo mi cuerpo porque estuve mucho tiempo viéndola y estando al lado de ella! Gracias por hacer una buena acción hoy. — Nuevamente, no podría pasar desapercibida Dayana, la escoria esa.

Me tiene esta el borde, me volteo y le suelto la mano a Félix, camino hasta donde está ella y la cacheteo para que se quede quieta. «Estoy cansada de sus palabrerías, otro golpe la hará callarse».

—¡Se lo diré a mi padre!, después de todo, ahora estás haciendo prácticas en su grupo, ¡Beta! Le pediré que te transfiera a otro grupo de Betas lo antes posible. — Despilfarra vuelvo acercar mi mano hacia ella, pero, siento que me abrazan por atrás, me toman de las muñecas, volteo y es Félix arrugando los labios y el ceño. Volteo para ver a Dayana.

—¡Eres una cretina, Dayana! — Le insulto ya cansada y toda ardida, si no fuera por Félix, ella estaría con la nariz rota porque he tardado mucho en darle una bofetada.

—¡Vamos Elouise, no discutamos con ella! — Me susurra Félix en el oído con un tono muy ronco y apacible, lo que me hace tragar grueso, dejo de poner resistencia y dejo que Félix me cargue en sus brazos.

Miro la cara de Félix nerviosa, solo me alza una ceja y nos aparta del resto de personas que estaban allí, él me observa a los ojos unos segundos y sigue viendo hacia adelante, eso me deja un mal sabor de boca, como si supiera algo que no me tiene que contar.

—¿Hacia dónde me llevas? — Le pregunto nerviosa aún por sus reacciones y no me responde. Veo que está sudando, lo que me pone aún más nerviosa. Volteo y siento como mi corazón se detiene por tan solo unos instantes.

El Alfa Christopher tiene sus ojos encima de los míos, como si estuviera esperando a que volteara para verle, me quedo hipnotizada en sus ojos y en cuestión de que pasen las personas por el patio de la nada se desvanece ante mi mirada. «¿Estará enojado porque estoy así con Félix?».

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