Perder el control… nunca estuvo en sus planes. Él, el segundo lobo macho más importante de la manada, con tantas responsabilidades como el alfa, dejarse guiar por sus instintos no se lo tenía permitido, sin embargo…
-Espera, vas muy rápido- había una voz debajo de él que gemía con cada movimiento que él hacía de su cadera que lo hacía estremecer y sentirse realmente bien. Como hacía tiempo no lo hacía. Demonio. No había parte de su cuerpo que no ardiera en ese momento.
Sentía como se enterraba cada vez más en aquel lugar cálido, húmedo, apretado y que su nudo se estaba formando con ansias, queriendo llenar por completo el cuerpo debajo de él. Se dejó caer hacia adelante atacando el cuello que olía endemoniadamente bien y que nublaba aún más sus sentidos. Su parte más salvaje, esa que llevaba años reprimiendo dominaba en ese momento.
Sus uñas se enterraba en la piel suave que apretaban sus dedos, sus colmillos pinchando y raspando la piel cerca de la glandula. Su miembro enterrándose