La noticia de la fuga de Katherine y la confirmación de la existencia de un cambiaformas en alianza con ella sumieron al castillo en un estado de agitación febril. El rey Theron, consumido por la furia, movilizaba cada recurso a su disposición para la cacería, enviando partidas de guardias y sabuesos a peinar los bosques y caminos sin descanso. Mientras tanto, Liam se debatía en la soledad de sus aposentos, consumido por la angustia y la preocupación por su hermana. La brecha entre sus ideales y la realidad de su padre nunca había sido tan grande.
Desde su regreso al castillo, tras dejarnos a Eduard y a mí en los lindes del bosque, Liam había mantenido un perfil bajo, consciente de la suspicacia con la que su padre observaba cualquier movimiento relacionado con la desaparición de Katherine. Su conciencia lo carcomía: había sido él quien la había ayudado, quien la había impulsado a esta huida desesperada. Sin embargo, la idea de su hermana huyendo, posiblemente en peligro mo