La tensión era como una cuerda estirada al límite en cada pasillo del castillo. Los rumores corrían más rápido que los mensajeros, y aunque nadie lo decía abiertamente, todos sabían que algo había cambiado en el ambiente. Era como si las paredes mismas observaran.

Leonard se había mantenido firme a lo largo de los días recientes. Acompañaba a Violeta en sus pesquisas, mantenía su frente erguida en las reuniones con la reina madre, e incluso había empezado a recopilar nombres de antiguos miembros del Consejo de Sombras. Pero lo que no sabía era que alguien muy cercano a él ya había decidido traicionarlo.

La mañana de la traición empezó con normalidad. Leonard asistió al entrenamiento de los escuderos, compartió una comida breve con Altair, y luego se dirigió a la Sala del León Dorado, un salón de consulta política donde recibía a nobles menores y aliados discretos. Fue allí donde lo esperaba uno de sus más antiguos compañeros: Sir Rowen Deltor, capitán de su guardia personal desde hací