79. Un arte hermoso
Capítulo 79
Después de esa exposición se fueron a casa y no hablaron más de eso.
Nora había pasado días enteros frente al bloque de mármol, con las manos firmes y la paciencia que solo ella era capaz de sostener durante horas. Primero golpeó con el cincel puntiagudo para desprender los pedazos más grandes, marcando las líneas generales del torso que tenía en mente. Luego, poco a poco, cambió a un cincel de punta plana, retirando el exceso y suavizando lo que después serían músculos y pliegues. Para los detalles más pequeños usó el raspín, afinando cada curva con movimientos cortos y precisos, hasta lograr que la piedra pareciera carne viva. A ratos, humedecía el mármol con una esponja para que el polvo no la cegara, y en las noches lo repasaba con lija de grano fino hasta que la superficie se volvía tersa como seda.
Lo último que trabajó fue el efecto de una manta que descansaba sobre los hombros del torso. Con el cincel en ángulo, golpeaba con suavidad para marcar los pliegues, y des