33. Suplicas tambaleantes
Capítulo 33
Tres días después, la habitación de hospital estaba en penumbras. Silas había salido a atender una llamada importante en el pasillo y Ciro estaba concentrado en el papeleo del alta. Nora reposaba tranquila en la cama, hasta que la puerta se abrió con un chirrido suave y ella dio un salto alerta lo que hizo que su cabeza diera vueltas.
Era Claudia. La cocinera entró tambaleante, con profundas ojeras, el cabello desordenado y la ropa arrugada, como si no se hubiera cambiado en días. De pronto, cayó de rodillas, arrastrándose hasta la cama para aferrarse a las piernas de Nora que colgaban.
—Señora Wyckham… —su voz era un sollozo ronco—, perdone a mi hija, por favor. Ella no sabía lo que hacía… se lo ruego.
Nora frunció el ceño, confundida.
—¿De qué habla? —preguntó despacio, con ese tono sereno que ocultaba su desconcierto.
Silas nunca le había mencionado que su caída por las escaleras había sido provocada. No quería cargarla con lo que él consideraba “cosas innecesarias”. Pa