Christian Walker
Cuando abro los ojos, la veo, está sentada en la cama, puedo ver su hermosa y desnuda espalda, aquello causa ciertas cosas en mí que no sé cómo explicarlas. Debo reconocer que me vuelve loco ese bello color de piel, siempre me gustó y, por idiota, tantas veces lo rechacé.
Escucho cómo solloza, aquí es cuando me incorporo y rodeo su cintura con mi brazo. Ella pone sus manos en mi brazo y acto seguido la abrazo con fuerza. No necesito ser un genio para darme cuenta de que está llorando, no digo nada, sé que ella aún no sale del shock, sé que es mucha información que procesar, pero debía saberlo.
Hoy mismo planeo ir a ver a mi abuelo, debo ser cauteloso, pero le voy a pedir que jamás vuelva a pisar mi casa cuando yo no estoy. Aquí, voy a reforzar la seguridad y no voy a permitir que le den acceso ni al fraccionamiento.
La escucho cómo llora y eso rompe algo en mí. Cuando ella se fue, no lo sentí inmediatamente o me negué a sentirlo, pero conforme pasaron los días, el hue