Capítulo 28. La transformación de Rosa.

Capítulo 28. La transformación de Rosa

Cuando el sol ha terminado de esconderse, nos hemos quedado las dos solas en el jardín, mientras los pequeños se iban a lavar las manos dentro. La luna empezaba a asomar por encima de los árboles y el aire se había vuelto más fresco.

—Gracias, Emilia —me ha dicho ella de repente, con la voz suave—. Hacía mucho que no tenía un cumpleaños… bueno, ni siquiera recordaba lo que era celebrar algo.

—Pues ya va siendo hora de cambiar eso, ¿no crees? —he contestado—. Y prepárate, porque el año que viene pienso hacer algo el doble de grande.

Ella se ha reído, pero de pronto su gesto ha cambiado. Su risa se ha cortado, y ha puesto una mano en el pecho.

—¿Rosa?

—No sé… me siento rara… —ha murmurado.

Y entonces lo he notado: el aire se ha vuelto pesado, el jardín se ha llenado de esa energía salvaje que conozco demasiado bien. He sentido el cambio, el poder de la luna llamándola.

—Tranquila —le he dicho, acercándome—. Es tu primera vez, Rosa. No luc
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