Capítulo 13. Se acabaron las advertencias

Capítulo 13. Se acabaron las advertencias.

Intenté acelerar mi paso todo lo que pude para entrar rápidamente a la casa. Pero Lucien no se apartaba de mí.

Subí las escaleras a trompicones y, cuando estaba a un paso de la puerta, Lucien me acorraló contra la pared.

—No me gustan que me desafíen, pequeña. Y tú ya lo has hecho en tres ocasiones...

—No, eso no es así... —respondí, interrumpiéndole.

—¿Acaso te he dado permiso para hablar? —dijo, poniendo un dedo sobre mi boca para que me callara—. ¡Te he dado muchas libertades y tú, cómo me lo has pagado! No quiero que salgas de tu habitación hasta nueva orden. ¿Lo has entendido?

—Sí, Alfa —respondí y me encerré en mi habitación. Me tumbé en la cama pensando en qué es lo que podía haber hecho mal. No puedo negar que sí lo había rechazado dos veces. Pero no lo hice una tercera; juro por la luna que intenté alejarme de él para no llegar a malentendidos, pero claro, yo y mi maldita suerte. Si hubiera sabido que él estaría allí, nunca ha
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