Capítulo 31

Elena encontró a Kael en la sala principal, de pie junto a uno de los ventanales que daba al patio interior. La luz del atardecer bañaba su figura, resaltando la dureza de su expresión. Parecía una estatua tallada en mármol, firme e inquebrantable, pero Elena sabía bien que por dentro estaba librando guerras que no mostraba a nadie.

Se acercó con paso tranquilo.

—Kael.

Él giró el rostro apenas, sus ojos grises clavándose en ella.

—¿Qué ocurrió con Sareth? —preguntó, directo, como si hubiera estado aguardando por esa respuesta.

—Ella aún no ha decidido si marcharse o quedarse —respondió Elena, midiendo sus palabras—. Pero no vine a hablar de eso.

Kael se tensó, intuyendo lo que venía.

Elena respiró hondo.

—Sé lo que ves en Sareth. No voy a detenerte, ni voy a interponerme. Solo te pediré una cosa: cuídala.

Kael parpadeó, sorprendido. No esperaba esas palabras de ella.

—¿Después de lo que le hice? ¿De lo que piensas de mí?

Elena sostuvo su mirada con firmeza.

—Justamente por eso. P
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