El Vínculo Inquebrantable.
El viento nocturno les golpeaba la cara como si intentara desmantelar lo que quedaba de ellos. Isela avanzaba rápido, casi corriendo, mientras Cayden la guiaba por entre callejones húmedos y llenos de humo.
Cada vez que su hombro rozaba el de él, aunque fuera por accidente, un temblor eléctrico recorría su espina dorsal. Una memoria sin forma, un eco.
No era visual, no era auditivo: era como si su alma se hubiera puesto de pie dentro de ella, reconociendo algo que su cerebro no alcanzaba a articular.
Hermano, había dicho él.
La palabra aún le quemaba el pecho.
Pero aquello que la unía a él se sentía demasiado grande, demasiado frío y demasiado cálido al mismo tiempo como para ser solo familia.
Los sensores internos de Cayden vibraban bajo su piel artificial, un aviso mudo de que los centinelas de emergencia habían sido activados. Podía sentir la red de rastreo extendiéndose como una telaraña, podía sentirla buscar.
La hora estaba marcada.
Pero verla, ver a Isela viva, consciente, mirá