Capítulo 3

Ian vuelve esa misma noche al apartamento de Sofi para cenar, sin embargo, la cena era ella; la tímida chica se encontraba tendida sobre la mesa mostrando su cuerpo desnudo, solo sus partes íntimas se encontraban tapadas por el sushi que habían pedido para la cena, cuya comida iba siendo tomada por la boca de Ian. Con cada bocado el joven le dejaba olvidado un húmedo beso en dicho lugar. Cuando acabó con la primera parte de su cena, comenzó a determinar un camino por el cuerpo femenino con solo su lengua hasta llegar a la boca de Sofi y atracarla con vehemencia, marcando su territorio. Luego la llevó a su lecho, en donde la depositó con cuidado; la miró unos segundos con su media sonrisa pícara y tomando sus manos las ató en la cabecera de la cama. Comenzó a besarla de nuevo con fiereza hasta que necesitó respirar, entonces se posicionó a un lado de la cama y comenzó a desvestirse; primero se libró de su camisa dejando al descubierto su torso musculoso y su marcado abdomen, luego fue el turno de sus pantalones, que con suma lentitud fue desabrochando los botones, estaba bajándoselos...

Anillo... Anillo... Anillo...

Sofi está despertada por su enemigo más íntimo: el despertador. Su despertador es la figura de Jack, vale destacar que es una fanática de este muerto, pero eso no quita que todas las mañanas lo insulte por interrumpir sus sueños, más por el sueño maravilloso que acababa de tener.

—Maldito seas, Jack, era la mejor parte —habla con voz ronca y somnolienta. De un manotazo apaga el chillido del aparato y se levanta de la cama yendo directo al baño—. Una ducha fría me vendría muy bien —suelta al ver que tenía su tanga húmeda por el sueño caliente que había tenido con Ian; era la primera vez que soñaba con él y estaba segura que era producto del beso que le había robado el día anterior.

Sale de la ducha y se envuelve en una toalla, luego se dirige a su habitación en donde comienza a cambiarse; unos vaqueros ajustados y desgastados, una camiseta verde esmeralda con el estampado de un beso y una chaqueta de jeans oscura era su atuendo del día. Una vez lista se dirige hacia su trabajo.

Al llegar se encuentra con Tony, que recién estaba abriendo el negocio.

—Hola, muñequita —saluda él en cuanto la ve llegar.

—Hola, bombón.

—Vaya, y esa sonrisa —suelta el boricua.

—Dormí toda la noche como un angelito.

—Jum... Seguro —articula con desconfianza.

En cuanto estuvo todo listo, Tony le pide que ponga música antes de que llegue Lina y los atormente con algún rock psicótico; Sofi, después de prender la cafetera, acata el pedido y empieza a entonar a R. Kelly con “Cookie” por los parlantes del lugar.

—Hoy estas diferentes —habla Tony, entrecerrando los ojos para ver si descubre de qué viene tanta jarana.

—No es verdad; solo me levante de buen humor.

—Como digas. Voy a la cocina a preparar todo —le avisa y enfila hacia su puesto de trabajo.

Ella se queda sola preparándose un café, mientras limpia y acomoda las cosas del mostrador «sacando las tartas y dulces que van sobre este» conforme canta la canción que suena.

—Si te gusta que te abra como el Oreo, con gusto lo haré —se deja escuchar una voz masculina a su espalda, provocando que ella se sobresalte y tire una bandeja de brownies al suelo. El chico corre detrás del mostrador para ayudarla—. Lo siento, no quería asustarte —se disculpa Ian.

—No importa —Lo mira curiosa—. ¿Qué quisiste decir sobre el oreo? – pregunta, recordando lo que le había dicho.

—Era broma, por el tema —dice señalando hacia arriba donde se encuentran los parlantes.

—¿Qué haces tan temprano? Lina todavía no llegó.

—De hecho, vine a verte a ti —Con esa confesión, Sofi se pone blanca como el papel y deja de respirar; lo primero que le vino a la cabeza fue el sueño que tuvo con él y rogaba que se hiciera realidad—. ¿Estás bien?

—Sí... ¿Para qué quieres verme? —habla en voz baja, casi en un susurro.

  —Quería invitarte a cenar —responde mostrando una sonrisa.

—Sushi —suelta, y luego se patea el culo mentalmente por haber dicho eso. Ian sonríe más aún por la contestación de ella.

—Si eso quieres, que sea sushi —Lo que él no sabe, es sobre ese sueño que la hizo levantarse húmedo—. ¿En tu casa o la mía? —Sofi seguía perdida en el sueño, cada vez se hacía más real aquella ficción por lo que comienza a sonrojarse—. Sofía.

—Ehh... Sí, da igual —murmura.

— ¿Te parece a las ocho en tu casa? —Era lo que ella quería, comer sushi con él y sin ropa. Asiente en silencio e Ian sonríe, sabe bien lo que está provocando en ella y le parece entre divertido y excitante la situación—. Bien, nos vemos a la noche entonces, yo llevo todo —Le da un beso en la mejilla, le guiña un ojo y sale de ahí dejándola sonrojada, caliente y sin poder respirar bien.

—¿El que se acaba de ir era Poseidón? —Tony aparece por detrás, sacándola de su ensimismamiento y trayéndola a la realidad—. ¿Y?

—Sí, era él.

—¿Y qué quería?

—Eh… a Lina —miente.

—Sabe que Lina no llega hasta después de las 08:30hs. —habla, mirándola de soslayo.

—Eso le dije —vuelve a mentir.

Era más que obvio que le iba a contar lo que pasaba con Ian, pero no tenía pensado todavía, ya que no era el momento ni el lugar.

Poco después, las puertas del resto se abren dejando paso a una Lina sonriente.

—Buen día —canturrea.

—Vaya, hoy están todas muy jocosas —suelta el boricua.

—Buen día, Lina —saluda Sofi devolviéndole la sonrisa.

—Tony, Tony, relájate que el día recién empieza —habla Lina, guiñándole un ojo.

—¿Se puede saber por qué tanta sonrisa y tanto brillo en esos ojos grises? —pregunta Tony.

—Verás… —empieza—. Ayer hice un body-painting -—Ellos siempre hablan de las cosas que hacen, así que no tenía nada de vergüenza en contarle al boricua su travesura—. Me pintaron un ave fénix en todo mi cuerpo y me apareció en la oficina de Alex vestida solo con un abrigo —cuenta sonriendo cada vez más conforme toma el café que Sofi le alcanza.

—Lina, ¿cómo se te ocurren todas esas ideas locas? —quiere saber el boricua con diversión.

—Tengo una mente maquiavélica —responde, dándole una mirada significativa y le da un sorbo a su café.

—Vas a tener que darme ideas a ver si consigo una noche donde termine adolorido.

—Me gusta esa música, hoy está para esa clase de canciones y para tener a un stripper, por ahí —Señala una esquina curva del mostrador—, vestido solo con unos jeans bajos desgastados —concluye haciendo gesto de excitada.

—Con el marido que tienes, ¿quieres un stripper? —pregunta Sofi incrédula.

—Bueno, que me haga de stripper él, entonces —se detiene unos segundos—. Los jeans bajos les quedan muy sexy, recuerdo que la primera vez que lo vi, no podía quitar los ojos del primer botón del pantalón —dice riendo al recordarlo.

—Ay, Dios; prende el bloutuoh que te paso un poco de vergüenza —bufonea Tony arrancando carcajadas de las chicas.

Las puertas del resto se vuelven a abrir para que un hombre y una mujer «que jamás hayan visto antes», puedan hacer su entrada.

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