— Beck. Te buscan —dice una de las chicas.
Salgo con titubeo y veo a un hombre de espalda con traje gris viendo a todos a su alrededor.
— ¿Quién es? —pregunto juntando mis cejas
— Un hombre.
— No me digas... —dije con sarcasmo— Pero ¿cómo se llama el hombre?
— No le pregunté... se veía guapo y pensé que quizás sea un noviecito —niego con gracia.
— Olvídalo Graciela... no tengo novio.
— No es Graciela... es Franchesca. —lo hacia apropósito, es divertido ver la cara de la gente cuando la llamas por otro nombre.
Camino hacia el hombre castaño y éste voltea al tiempo que me acerco.
— Hola.
— ¿Qué haces aquí? —me crucé de brazos al instante.
— Es un restaurante. Vine a comer ¿no? —no deja de ver mi barriga apretada por el pantalón y la camisa.
— Entonces debería estar sentado en una de las mesas y no haberme llamado. —me cubro con mis manos la barriga
— Cuando te conocí no eras odiosa. ¿Qué pasó contigo? ¿Dónde está la dulce Becky?
¿Será: porque me tratas como a zorra o tu noviecita como a