Irina sintió el calor subirle al rostro ante el tono de Alex. No era el reclamo lo que le dolía, era esa duda en su voz, esa punzada de desconfianza que ella no merecía.

— ¿De verdad crees que fui con Santiago a traicionarte? —preguntó en voz baja, sin enojo, solo con un dejo de tristeza—. Alex… ¿De verdad piensas eso de mí?

Alex parpadeó, sorprendido por el tono triste de Irina, tan diferente a Laila o Bianca cuando buscaban manipularlo. Quiso replicar, defenderse, pero lo único que dijo fue:

—No lo sé. Quiero creer que no… pero sí, por un momento lo pensé.

— ¿Por qué? —insistió Irina con la voz un poco quebrada—. ¿Qué clase de mujer crees que soy, Alex?

Él bajó la mirada, apretó la mandíbula. La amaba. La amaba con un miedo atroz.

—Esta mañana, te veías tan asqueada en cuanto a mí —susurró.

Irina dio un paso adelante.

—No fue lo que sentí. O bueno, por un momento también lo pensé.

— ¿Es por James? Lo amas aun y te duele que Bianca no cuidara lo único que q