Capítulo 11. La novia que no fue recibida
El amanecer trajo consigo un silencio extraño, casi doloroso. Las primeras luces apenas se deslizaban entre las telas gruesas de la tienda cuando Alina abrió los ojos. Había dormido poco o nada. Su cuerpo estaba cansado, pero su mente no había dejado de trabajar en toda la noche. Los nervios, el miedo, la incertidumbre… todo se mezclaba dentro de ella como un veneno lento.
Ese día debía ser especial. Según la costumbre de la manada Blacknight, era tradición que, tras el matrimonio, el Alfa condujera a su esposa por el corazón del territorio, la presentara oficialmente a su familia y a su gente. Era un ritual simbólico. De pertenencia. De aceptación.
Pero Devon no apareció.
Horas antes, las sirvientas la habían despertado con respeto. La ayudaron a bañarse con agua tibia, perfumada con hierbas. Le secaron el cabello con cuidado, trenzándolo según las costumbres del lugar. Le ofrecieron un vestido ceremonial, de telas gruesas y bordados en hilo plateado que representaban la paz y la uni