Capítulo 15. Sombras que crecen en silencio
Alina temblaba.
Sentada al borde de la cama, con las rodillas recogidas contra el pecho, lloraba sin consuelo. Su cuerpo aún recordaba la presión de las manos de Devon, la tensión en sus besos, la rabia mezclada con deseo. Pero lo que más dolía era la distancia con la que él había cerrado la puerta detrás de sí.
Esa noche, no durmió ni un segundo. Los pensamientos la devoraron. ¿Había hecho mal en enfrentarlo? ¿En decirle que no se arrepentía de haberlo elegido? ¿Era tan terrible su presencia, como para que él huyera hacia la oscuridad de su estudio?
Al amanecer, un sirviente entró en silencio y dejó una bandeja. Luego se detuvo, dudando.
—Mi señora… Lord Devon ha dormido en el estudio. No regresará a esta habitación. Ha pedido que le empacaran sus cosas, pues estará ocupado con asuntos oficiales y ha decidido establecerse allí por tiempo indefinido.
Alina no respondió. Solo asintió lentamente, conteniendo las lágrimas.
Horas después, ella misma ayudó a empacar sus pertenencias. Dobla