Capítulo 19. Caída
Después de que Devon conoció toda la verdad, su madre Martha quiso disculparse con él. Se acercó con lágrimas en los ojos, arrepentida por haber creído en Soriana sin investigar, por haber cedido ante la presión y el deseo de emparejar a su hijo con la niña a la que había criado como propia. Pero Devon apenas la escuchó. Había un peso en su pecho más grande que el enojo: la tristeza.
Fue traicionado por la persona en la que más confiaba. Aquella a la que había prometido proteger. Aquella que había crecido a su lado, que conocía todos sus secretos, todas sus heridas. Justamente ella fue la que clavó el puñal. No podía comprenderlo del todo, y ese vacío se convirtió en tormenta interna.
Ordenó que Soriana fuera confinada a su habitación por tiempo indeterminado sin dar explicaciones al consejo ni a nadie aunque su madre y su abuela sabían, claro. Así que nadie tenía permitido dejarla salir sin su autorización expresa. No deseaba verla. No quería oír su voz ni recibir sus cartas. Y, sobr