Su padre había sentido que era casi un deber acostarse con tantas mujeres como fuera posible, echándoselo en cara a su madre. Le había dicho que podía irse, pero que nunca le permitiría llevarse a las niñas con ella. Ella había jurado hasta el final que Lara era su hija, pero Lara pensó que la muerte había sido un alivio bienvenido del infierno en el que se había convertido la vida de su madre.
Con lo mucho que su padre la odiaba, Lara pensó que estaría feliz de que se fuera, pero en lugar de empujarla, se había convertido en la obsesión de su vida hacerla pagar por lo que él consideraba la infidelidad de su madre, así que en lugar de echarla de su casa, se había negado a dejarla irse - se negó hasta que Erick Patrick apareció.
Ahora que Lara había vislumbrado la libertad, no había vuelta atrás. Se negaba a permitir que Damian Johnson tuviera más poder sobre ella. Con nueva determinación, esperaba a Erick. Era hora de hacerle saber que no iba a volver a ser el blanco de los azotes de