El profesor Miguel Díaz escuchaba atentamente cada historia, asintiendo y haciendo pequeñas anotaciones. Era el turno de Carmen Esmeralda Montes.
"Guten Morgen," comenzó Carmen, su voz clara, a pesar de un leve nerviosismo. "Mi nombre es Carmen Esmeralda Montes, tengo 24 años, soy soltera y no tengo hijos. Hasta hace poco, trabajaba como cajera en un supermercado. Renuncié para venir a estudiar esta hermosa carrera aquí. Mi propósito, al igual que el compañero que acaba de hablar, es especializarme en otra universidad cuando regrese a Venezuela, para trabajar en una empresa ayudando a quienes más lo necesiten. Con el título que obtenga aquí en Alemania, además de aprender muchas cosas, espero dominar otros idiomas y poder enseñarles a mis hermanos, para que, aparte del inglés, se destaquen aún más en el futuro."
Luego, un joven con una mirada profunda y seria tomó la palabra. "Guten Morgen. Mi nombre es José Manuel Castañeda, tengo 20 años y vivo en el estado Bolívar. Me gradué de bachiller no hace mucho. No repetí ningún grado, pero por problemas en el hogar y diversas circunstancias, mi proceso escolar fue un poco más lento…
… El único con quien vivo es mi papá, quien está en silla de ruedas y no puede caminar. Él nunca me exigió que trabajara; lo único que me pedía era que me dedicara a estudiar. Con todos sus esfuerzos, a pesar de su discapacidad en las piernas, logró que yo terminara mi secundaria. Hizo hasta lo imposible para que yo sacara mi título de bachiller…
… Al ver esta gran oportunidad de una carrera fuera del país, me dije a mí mismo: 'Tengo que salir a estudiar para que, al llegar a Venezuela, pueda tener un buen empleo y sacar adelante a mi familia, a mis hermanos y a mi padre'. No hablo de mi madre porque ella murió hace años, pero siempre la recuerdo como una buena mujer que nos enseñó valores…
… Mi propósito es brindarle una mejor calidad de vida a mi padre, retribuirle todo lo que ha hecho por mí, y sacar adelante a mis hermanos. Cuando llegue a Venezuela, tendré un buen trabajo para ayudarlos, tengo fe en eso y sé que Dios me ayudará."
Un joven alto y de sonrisa amigable fue el siguiente. "Guten Morgen, hola compañeros. Mi nombre es Zack Duarte, vengo del estado Miranda. Tengo 25 años y trabajo como ayudante en una panadería. En Venezuela, estuve estudiando la carrera de Comunicación Social en la universidad; me encanta esa carrera…
… También pertenezco al equipo de baloncesto de la universidad; me encanta jugar, es una forma de distraerme y desestresarme, compartir con mis compañeros. Cuando me enteré de esta nueva carrera de Trabajador Social hablé con el rector de mi universidad para congelar mis estudios. Voy por el tercer año de Comunicación Social, que dura cinco años, mientras estoy aquí en Alemania…
... Esta carrera me llamó mucho la atención y por eso vine. Soy soltero, no tengo hijos, y no pertenezco a ninguna clase social privilegiada, soy de bajos recursos. Me estoy superando para sacar a mi familia adelante. Mi mamá es ama de casa y mi papá es el dueño de la panadería donde trabajo. Tengo seis hermanos pequeños. Al ver a mis padres luchando por nosotros, sus hijos, estoy luchando por ayudar a mis padres a criar a mis hermanos...
…Con lo que reciba mensualmente de la beca, compraré muy pocas cosas para mí; la mayoría de lo que me den aquí, aparte de algunos trabajitos que haré, lo enviaré a Venezuela para que puedan alimentar bien a mis hermanos y pagarles la escuela. Mi propósito es ayudar a mis padres a sacar adelante a mis hermanos, porque al terminar esta carrera de Trabajo Social, no la ejerceré de inmediato; continuaré trabajando con mi padre en la panadería mientras termino mi otra universidad en Venezuela, a la que le quedan dos años…
… O, de repente, exista la posibilidad de que haya algún posgrado por aquí y llegue más preparado a Venezuela para darle una mejor vida a mi familia. Y, ¿quién quita? Si por aquí conozco a alguna chica con la que me pueda comprometer, pero que sea solo una relación de noviazgo. Eso de comprometerme y tener una familia lo haré después de que me gradúe en la universidad, tenga un buen empleo, una buena casa, un buen carro. Ahí sí me voy a comprometer para casarme y tener hijos, y también después de ver a mis hermanos con su secundaria terminada."
Una mujer con una mirada dulce y maternal se presentó a continuación. "Guten Morgen. Mi nombre es María Alejandra Requena, tengo 28 años y vengo del estado Monagas. Soy madre de tres pequeños niños y estoy felizmente casada. Soy ama de casa; mi esposo se dedica a la albañilería. No me quejo de la vida que estoy llevando porque estamos muy bien; mi esposo se encarga de que no nos falte el pan de cada día. Él está recuperándose porque cayó de un segundo piso de un edificio mientras le hacía mantenimiento; estaba en un andamio y no coordinó bien sus pasos, pero gracias a Dios está vivo y bien. Él está con su madre, y mi mamá se quedó con los niños mientras yo estoy por aquí. Mi aspiración es graduarme de esta universidad y llegar a mi país a buscar un buen empleo para ayudar a mi esposo, para que no tenga que llevar él solo toda la carga del hogar."
Después, una mujer con una mezcla de cansancio y determinación se levantó. "Guten Morgen. Mi nombre es Mariangel Liendres. Mi profesión en Venezuela es peluquera; tengo 35 años y soy soltera, sin hijos. No es que no haya querido tener hijos, sino que mi vida ha sido muy ocupada y, de verdad, no he tenido tiempo de pensar en eso….
..-.Lo que me preocupa ahora son mis pequeños sobrinos. Mi hermana murió hace dos años y el papá de los niños se desapareció, por decirlo así; al saber que ella murió, se desentendió de los niños y se fue con otra persona. Entonces, yo me estoy haciendo cargo de mis cinco hermosos sobrinos que dependen de mí. La vida no es fácil…
… A mis sobrinos se los dejé a mi mamá. Y al igual que lo que expuso nuestro compañero, yo también haré algunos trabajos en nuestras vacaciones aquí en la universidad; iré a casas de familia a trabajar como servicio doméstico para ganar algunos dólares y mandárselos a mi mamá para que no se vea tan apretada con los niños. Yo también tengo la esperanza y la fe de que me graduaré aquí con honores y, al llegar a mi país, a mi estado, conseguiré un buen trabajo para poder sacar adelante a mis sobrinos y a mi mamá."
Un hombre joven, con lentes y una expresión seria, se presentó. "Guten Morgen, hola mi gente. Mi nombre es Miguel Ángel Castañeda, tengo 25 años y vivo en el estado Guárico. Trabajo de farmacéutico desde hace tres años. Cuando supe que se realizarían carreras cortas en diversos países, me dije: 'Esto es lo propio para mí'. Y si es para Alemania, ¡muchísimo mejor! Porque, aparte de las otras materias y del inglés, también quiero estudiar otros idiomas... …
…Me encantan los idiomas. Mi propósito es estudiar esta carrera aquí, prepararme muy bien para, al llegar a Venezuela, buscar un buen empleo en esta misma rama, como el Trabajo Social, porque me gusta ayudar a la gente que más lo necesita."
Finalmente, una jovencita con una mirada llena de esperanza compartió su historia. "Guten Morgen. Mi nombre es Luz Marina Rincón, tengo 19 años. Salí de secundaria hace dos años y lo único que he hecho son cursos de administración. Este curso de Trabajo Social me ha llamado mucho la atención. Vivo en el estado Aragua, y mi propósito es estudiar, tener un buen empleo y ayudar a mi madre, que está atravesando una situación muy mala porque necesita realizarse quimioterapias; ella está enferma de cáncer. También haré como algunos de mis compañeros aquí que han dicho: en las vacaciones de aquí, iré a casas de familia a trabajar de doméstica o en restaurantes, limpiando, en fin, de lo que sea, para mandar el dinero a mi madre para que pueda realizarse sus estudios médicos, sus quimioterapias y demás."
"Bien, excelente," dijo el profesor Miguel, conmovido por las historias. "Es muy interesante la vida de cada uno de ustedes, sus experiencias, sus propósitos. Todo esto los convertirá en personas aún muchísimo mejores. No se arrepentirán de haber venido aquí a estudiar y a cumplir sus sueños…
… Ya verán que, con la ayuda de nosotros, sus profesores, saldrán adelante y se graduarán con honores. Esta es una carrera de tres años y, al finalizar, se les dará un tiempo para que regresen a su país, compartan con su familia, y después, si desean, pueden volver para realizar sus posgrados, doctorados, maestrías. Tendrán todo nuestro apoyo para continuar adelante con sus objetivos. Ahora bien, ya se nos pasó la hora, toda la mañana. Es tiempo de ir a almorzar, y después volverán a entrar para conocer a sus demás profesores. ¡Buen provecho, nos vemos ahora!"
Después del almuerzo, los alumnos regresaron al salón de clases. El profesor Miguel, con una energía renovada, se dirigió de nuevo a ellos. "Bueno, estimados estudiantes, aquí están los profesores quienes les impartirán las materias. Él es Juan Liendo, profesor de Literatura; Leonardo Quintana, de Derecho; Mary Carmen Salcedo, de Psicología; Gisela Salazar Jiménez, de Trabajo Social; Lucía Hernández, de Organización del Trabajo Comunitario; Esperanza Ojeda, de Comunicación Social; Pedro Suárez, de Pensamiento Bolivariano, y la profesora Luisa María Martínez les va a dar la materia de Idiomas Modernos."
Los profesores conversaron un largo rato con los alumnos sobre la vida cotidiana dentro de la institución. Les reiteraron la importancia de mantener el orden y el respeto durante las salidas, haciendo hincapié en que grupos anteriores no siempre se habían comportado adecuadamente. Expresaron su esperanza de que los futuros estudiantes valoraran el esfuerzo de los profesores y que este grupo de venezolanos en particular traería un cambio positivo a la institución, dando lo mejor de sí para hacerla aún mejor.
El profesor Miguel añadió unas últimas palabras a sus alumnos, liberándolos por el día. "Bueno, estimados y apreciados alumnos, los dejaremos descansar el resto de la tarde. En estos momentos pueden acudir al comedor para almorzar, si no lo han hecho, y luego pueden ir a retirar su merienda para la tarde y dedicarse a sus diferentes actividades. A partir de mañana, comienzan con sus materias correspondientes en el horario que el consejero les entregó cuando entraron esta mañana a clases. ¡Hasta mañana, muchachos!"
"¡Hasta mañana, Profesor!" le respondieron los alumnos al unísono, un coro de alivio y anticipación.
"¡Por fin!" exclamó Carmen Esmeralda, estirándose. "¡Por fin salimos de clases! Ahora buscaré a las muchachas y al muchacho, a Teodora, Julia y Juan, para hablar un rato y contarles mi experiencia aquí en el salón de clases."
En ese momento, los cuatro amigos se encontraron en el pasillo, sus caras iluminadas por la posibilidad de compartir. "¡Hola, mis amigos, cómo están!" dijo Carmen Esmeralda, con una energía renovada. "No los he visto en todo el día, ni en el desayuno ni en el almuerzo…
… Tenemos que ponernos de acuerdo para encontrarnos, al menos en el desayuno, y hablar un rato, porque esta es la manera de los profesores de mantenernos ocupados todo el tiempo posible hasta el día en que nos graduemos. ¿Cómo les fue hoy? Por lo menos a mí, el profesor orientador estuvo hablando con nosotros, nos presentamos cada uno, y las historias de mis compañeros son muy interesantes, de verdad conmueven. Bueno, en algunos se les notaba que lo que decían era verdad, porque lo deseaban con sentimientos, pero hay otros a los que se les podía notar que eran puras habladurías. Pero, ¡ahí nos conoceremos poco a poco!"
"Exactamente, querida amiga," dijo Teodora, asintiendo con la cabeza. "Caras vemos, corazones no sabemos. Y no podemos salir de buenas a primeras contándoles nuestras cosas a los demás…
…Pero nosotros cuatro, que ya nos conocemos desde hace casi un mes, ya sabemos cómo es cada uno. Ahora, ¡a estudiar de verdad, compañeras y compañeros! Yo también hice lo mismo que tú, Carmen Esmeralda: nos presentamos y conocimos a los profesores. Y bueno, mañana sí empezamos de verdad como es debido con nuestras materias. Y sí, en otra cosa tienes razón: tenemos que ponernos de acuerdo para, por lo menos, encontrarnos en el desayuno todos los días y conversar un ratito. ¡A mí no me parece mala idea!"
Juan Carlos y Julia también estuvieron de acuerdo con la sugerencia de Carmen y Teodora. Así, los cuatro amigos acordaron encontrarse todos los días por la mañana para desayunar juntos manteniendo ese pequeño espacio de conexión en medio de la nueva y exigente rutina. Entre todas sus conversaciones, la hora de la cena llegó. Después de cenar, cada uno regresó a su dormitorio, agotados pero con la mente llena de lo vivido y la promesa de un futuro lleno de aprendizaje, a descansar hasta el día siguiente. Carmen, acostada en su cama, solo pensaba en lo que le depararía el nuevo día: qué aprendería, a quién conocería y cómo serían las clases, sumergiéndose en el sueño con la mente llena de interrogantes y la emoción del primer día de estudio en un país desconocido.