Un nuevo día amanecía en la vida de Carmen Esmeralda y Zack. Como de costumbre, ambos salieron hacia sus respectivos trabajos. Mientras tanto, en la comunidad, la señora Luisa buscaba a Julián con renovadas intenciones.
Toc, toc.
—Buenos días, Julián. Ya han pasado varias semanas desde lo que hicimos. Ahora tenemos que planear otra cosa, pero que salga perfectamente bien —dijo Luisa, ansiosa.
—Buenos días, señora Luisa, pase para que hablemos bien, siéntese. ¿Qué tiene pensado usted? —respondió Julián, invitándola a pasar.
—No sé, lo que sea para que mi hija se aleje de ese ser —contestó Luisa, con un tono lleno de resentimiento.
—Una pregunta, mi señora, ¿por qué usted odia tanto a ese sujeto? —inquirió Julián, curioso.
—Ese tipejo malviviente no me gusta para mi hija. Él es de familia pobre y no quiero que mi hija siga tratando a ese tipo de personas que son muy ignorantes —expresó Luisa, revelando sus prejuicios.
—Bueno, lo que vamos a hacer es secuestrarla a ella y que se quede e