Y el día había llegado.
Evie tenía los ojos abiertos de par en par mientras miraba a su hijo con una taza de café a mitad de camino de su boca.
—¡¿Cómo?! ¡¿Cómo es que te van a operar y…?! ¡¿Cuándo ocurrió todo esto?!
Ella pasó su atención de Kane a Brianna, que se encontraba sentada junto a su esposo, en el sillón.
La muchacha esbozó una sonrisa ligera.
—Es una historia complicada —murmuró.
—Bri conoce a un doctor que está dispuesto a operarme, ma —anunció el muchacho, incapaz de controlar el brillo en su mirada al mencionar eso—. Es arriesgado y no hay garantías de que pueda volver a sentir las piernas, pero estoy dispuesto a asumir ese riesgo.
La firmeza en su tono hizo que los ojos de su madre se llenaran de lágrimas, y tuvo que bajar la taza y dejarla sobre la mesita de centro, pues comenzó a temblar.
Puso las manos sobre sus rodillas y respiró hondo.
—Entonces en menos de tres semanas van a Hiraeth, no de vacaciones, sino a tu cirugía, ¿no?
Evie tragó entero al verlo asentir con