Para las ocho de la noche, Alessia, Matthew y Joanne ya habían recorrido los sitios más frecuentados por William; incluida la casa de sus padres quienes miraron con recelo a Matthew.
Alessia estaba demasiado angustiada como para reparar en que su jefe superaba por mucho a su ex esposo. No era sólo el físico, sino en lo profesional y su calidad de persona.
William nunca la habría apoyado así porque primero era él y después él.
—¿Por qué hace esto? —sollozó Alessia en el automóvil—. No entiendo. No he sido mala, ¿por qué me tortura así?
Joanne intercambió una mirada con su padre a través del espejo retrovisor.
—¿Quieres comer algo? —inquirió Matthew.
—No, la verdad no.
Hambre era lo último que sentía Alessia. Todo su cuerpo estaba enfocado en su preocupación por Lea.
Y ella no quería pensar cosas desagradables, pero en su mente se repetían una y otra vez noticias terribles que involucraban a niños.
Estaba aterrada.
El estómago de Joanne rugió.
—Debo detenerme a comprar algo para Jo.
—S