Dante
Han pasado dos meses, mi madre no me habla después de saber la verdad y mi hermana me odia.
Pero eso no me importa ni un poco; durante estos dos meses sigo buscando Anabela, pero no la he encontrado.
Me daré por vencido; ella está muerta.
Comienzo a escuchar la música nupcial; eso me trae de nuevo a la realidad.
Estoy en el altar esperando a mi futura esposa; ella decidió el lugar donde quería que nos casáramos y tuvo que ser en la misma playa donde yo antes preparé todo.
No hay invitados: solo mi amigo Mateo y los amigos de Ava.
Veo cómo ella comienza a caminar hacia mí, ella que está feliz, pero yo no encuentro ninguna felicidad…
Llega hasta mí y los dos vemos al juez…
Comienzo a aburrirme; solo escucho puro bla-bla-bla.
Intento ignorar todo lo que dicen. Veo que Ava firma y después yo.
—Bueno, ahora ante la ley son marido y mujer; pueden besar a la novia —nos dice el juez.
Me acerco. Ava le quitó el tonto velo de la cara y la veo atentamente. Me acerco y me doy un pequeño bes