ZAIRA
Todos creíamos que las cosas iban a mejorar cuando sacaran a Lars del coma inducido, pero él no despertó.
Esa fue quizá la primera vez en años que me aterraba tanto, porque al ver a mi niño, a mi hijo, supe que no estaba bien.
En la pasada semana no salió de la habitación ni un solo segundo. Todas las mañanas le hacía el aseo a Lars, y velaba su estado con celo.
Algo parecido pasaba con Astrid, pero ella salía por algunas horas a ver a Soren, su hijo, que seguía internado por el accidente en la habitación de al lado.
Ulrik trabajaba desde ahí, y lo hacía bien, quizá por la seguridad de que lo despertarían, el pensamiento de que Lars abriría los ojos y después de ahí todo estaría bien. Pero eso no pasó.
Desde ese momento todo fue como una espiral descendente para él.
Una semana más pasó, y vino un fisioterapeuta a hacerle terapia a Lars para asegurar que su cuerpo no se perdiera por completo en la cama, pero seguía igual, ahora sumido en un estado de coma natural.
Mi hijo no salí