Dicen que para el amor no hay edad, pero ¿qué sucede cuando en plena madurez descubres el amor verdadero en los brazos de una joven mujer? Aparentemente nada, ¿qué podría salir mal? Pero, ¿qué pasa cuando esa mujer es la novia de tu hijo? Juliana Zapata Duque es una chica alegre, divertida y decidida, siempre consigue lo que quiere. En su vida sentimental, no hay mucho que contar: su primer amor en el colegio, algunos admiradores en Boston sin concretar nada, hasta que Bruno Villamizar, su fiel amigo, vecino y compañero de facultad, empieza a conquistarla. Para Bruno no fue fácil conseguir el ansiado "sí" de Juliana, pero ambos sabían que cuando se proponían algo, lo conseguían. Sin embargo, Bruno no fue del todo sincero con Juliana. Una pequeña confusión de identidad llevará a Juliana a los brazos de Alfredo Villamizar, el padre de su novio, su amor platónico de juventud. El mismo hombre al que besó al cumplir la mayoría de edad y quien ahora le hará sentir lo que Bruno no puede. Alfredo, un hombre de cuarenta años, siempre fue un caballero de carácter firme, dedicado a su familia y su hacienda. Divorciado desde hace años, tuvo relaciones pasajeras, pero ninguna mujer logró trastornar su vida y hacer latir su corazón como Juliana. Sin embargo, ella es una mujer prohibida, la novia de su único hijo. ¿Qué hará Alfredo? ¿Renunciará al verdadero amor por la felicidad de su hijo? ¿Descubrirá Juliana que su gran amor sigue siendo Alfredo? ¿Será capaz de dejar a Bruno por seguir al padre de él? ¿Y qué hará Bruno cuando descubra que su papá está enamorado de su novia? Si quieren descubrirlo, no se pierdan esta apasionante historia. Esta obra ha sido registrada en Safe Creative: 14/04/2024 bajo el código: 24041XXXXX102.
Leer másLas notas de «Uptown Funk by Bruno Mars» retumbaban en las bocinas de aquella exclusiva y famosa discoteca en Boston.
Luces centellantes de varios colores iluminaban los cuerpos de los jóvenes que se encontraban apostados en aquel lugar disfrutando de la última fiesta de la facultad.
Un par de chicas muy sensuales bailaban sobre unas mesas, mientras que parejas disfrutaban de la música en medio de besos y caricias, otros bebían sin parar en la barra de la discoteca.
Una hermosa mujer caminando sobre altas sandalias de tacón de aguja, enfundada en un sensual vestido de lentejuelas plateadas de falda corta y escote discreto, entró al lugar captando la atención de la mayoría de los caballeros.
Los brillantes ojos azules de aquella bella muchacha empezaron a buscar a su novio, miró el reloj y aunque ella había llegado tarde veinte minutos, se le hizo extraño que él no estuviera, enseguida se abrió paso en medio de las parejas que bailaban en la pista y miró que alguien le levantó la mano.
—¡Por aquí Juliana! —gritó su amiga Margaret.
Juliana Zapata Duque, estaba por cumplir veintidós años, y a pocos días de celebrarse su ceremonia de graduación de la universidad de Harvard, luego de eso regresaría a su natal Colombia para empezar a trabajar junto a su madre y hacer realidad uno de sus sueños, sustituirla y ser la presidenta del Consorcio colombiano de café alma mía.
Juliana saludó con varios compañeros enseguida Margaret, le brindó una botella con cerveza.
—Hola— saludó Juliana con todos sus amigos, y de inmediato le dio un sorbo a su bebida. —¿Has visto a Bruno? —preguntó y enseguida, giró su cabeza buscando a su novio.
—Creo que fue al baño, te estaba esperando, se veía impaciente —Maggi se corrió varios lugares y se sentó junto a su amiga—. Hoy estás muy bella y sensual, ¿le entregarás tu tesorito a Bruno? —indagó.
Juliana se mordió los labios, conocía a Bruno Villamizar desde que eran niños, además fueron compañeros todos los años de universidad en la escuela de negocios en Harvard y se iban a graduar juntos. Hace seis meses atrás, ella le había dado el sí que él tanto había esperado y desde ese entonces se hicieron novios.
Juliana había decidido avanzar al siguiente nivel en su relación, y pensó que esa noche era la indicada, porque ya luego no tendrían tiempo de estar a solas con todos los preparativos de la graduación que era en dos días y con la llegada de los padres de ambos para la ceremonia ya no podrían estar juntos como antes, ninguno había anunciado su noviazgo a su familia; sin embargo, a ella se le hizo extraño no ver a su novio esperándola, él era muy puntual, y se suponía que estaba ahí en la discoteca.
—Pues sí, creo que ha llegado el momento —contestó Juliana respondiendo la pregunta de su fiel amiga.
Margaret aplaudió y sonrió.
—Ya era hora de que te decidieras, por fin vas a dar el siguiente paso y Bruno, te va a quitar las telarañas que debes de tener ahí abajo.
Juliana soltó una sonora carcajada al escuchar a su amiga; sin embargo, tenía un mal presentimiento, una extraña sensación que le recorría la piel, seguía buscando a Bruno y él no aparecía.
*****
—Entra en razón, ya te dije que esto no puede continuar. —Una acalorada discusión de pareja en un oscuro callejón contiguo a la discoteca se escuchaba—. Yo amo a Juliana, ella se convertirá en mi futura esposa, tienes que olvidar lo que pasó entre nosotros —advirtió con firmeza Bruno, zarandeó a la mujer que le hacía reclamos, y miró a los ojos de la hermosa rubia que estaba frente a él.
La bella chica frunció el ceño y sintió cómo su corazón se resquebrajaba en miles de pedacitos al escucharlo.
—Si tanto la amas como dices, no te hubieras acostado conmigo. —Se soltó del agarre de Bruno—, te hiciste novio de ella a pesar de que sabías mis sentimientos y te aprovechaste de mí —reclamó con los ojos llorosos.
Bruno soltó un resoplido, mantenía el ceño fruncido.
—Yo jamás me aproveché de ti, siempre fui sincero, te dije que estaba enamorado de Juliana, sin embargo, tú insististe, me provocaste y yo soy un hombre, respondí como tal, pero ahora no quiero más problemas, te ordeno que te alejes de mi vida —vociferó.
La chica no se pudo contener sabía que esa era la última noche que iba a estar junto a él, entonces se aproximó y lo sorprendió besándolo.
Bruno agarró de las mejillas a la muchacha y la separó de golpe.
—¡Ya no más!, ¡Esto se terminó! ¡Entiéndelo!
Pero Anne no entendía las razones, estaba perdidamente enamorada de Bruno, y no se iba a dar por vencida tan fácilmente, estaba dispuesta a dar batalla, así que una vez más volvió a besarlo a pesar del rechazo de él, su mano lentamente bajó por la entrepierna del joven.
Bruno soltó un gruñido al sentir como los dedos de Anne acariciaban su erguido miembro, su falo de inmediato aumentó de tamaño, entonces agarró a la chica le dio vuelta y la recargó contra la pared.
Anne soltó un fuerte jadeó, y sonrió en su interior había logrado su propósito seducirlo y estar con él una vez, enredó su larga pierna en la pelvis del hombre, y empezó a restregar sus caderas en la firme virilidad de Bruno, los besos se volvieron intensos, las caricias fueron apasionadas, la chica le abrió la correa y le bajó el pantalón al hombre, mientras él hacía un lado las bragas de la chica y se hundía en ella de una sola estocada.
*****
Juliana se sentía impaciente, miraba a todo lado, casi no ponía atención a la charla de sus amigos, hasta que Bruno apareció, se abrió paso en medio de la muchedumbre que había en la pista, y llegó hacia donde estaba su novia, la contempló con la mirada brillante.
Juliana esbozó una amplia sonrisa, se puso de pie, las pupilas de Bruno se dilataron, esa noche su novia estaba más hermosa y sensual que de costumbre, él la recorrió con los ojos, la desnudó con la mirada, ella se mordió los labios y sonrío.
—¿En dónde estabas metido? —reclamó Juliana.
La respuesta de Bruno fue un apasionado beso, la dejó sin aliento, cuando la agarró por la cintura y la pegó a su cuerpo.
— Lo siento, cariño tuve que atender una llamada de mi mamá, y ya la conoces, ella habla sin parar —mintió.
Juliana ladeó los labios, le acarició la mejilla.
—No te preocupes, estaba por salir a buscarte, pero qué bueno que ya llegaste.
—¿Y para mí no hay una cerveza? —preguntó Bruno. Enseguida uno de sus amigos le entregó una, el joven bebió media botella de golpe.
—¿Todo en orden? —preguntó Juliana lo notó algo asustado y nervioso.
—Sí un poco angustiado por la llegada de mis papás, sabes que desde que se divorciaron, ellos no se pueden ni ver, además con mi padre, últimamente no he tenido mucho contacto.
Juliana lo abrazó.
—Tranquilo, son nervios por la graduación, también me siento bastante ansiosa, por la llegada de los míos, ya estoy acostumbrada a ser independiente.
Bruno la atrapó entre sus fuertes brazos, él era alto, atractivo, de piel trigueña, cabello y ojos oscuros, poseía unas largas pestañas rizadas naturales que enloquecían a las chicas, además en todos los años, fue buen estudiante, un chico responsable, alegre, y nunca estuvo metido en líos de faldas, y por esas cualidades logró convencer a Juliana de convertirse en su novia.
—Bueno disfrutemos de la noche —propuso él, arrastró a la pista a su novia y se pusieron a bailar.
Desde la barra Anne miraba sintiendo como la sangre se le encendía al ver como Bruno besaba y tocaba a Juliana.
Agarró a un compañero, lo llevó a la pista, y se puso a bailar. Bruno notó la presencia de Anne, se tensó, la sonrisa se le borró del rostro, palideció.
—¿Qué te pasa? —preguntó Juliana al notar que él se quedó estático.
—Vamos a sentarnos, por aquí anda la loca de Anne y sabes bien que esa mujer me acosa.
Juliana frunció el ceño, volteó y sus ojos se clavaron en los verdes de la rubia, la chica colombiana la observó amenazante.
—¿Quieres que la ponga en su lugar?
—No, claro que no, tú eres una dama, y ella… —Soltó un bufido—, mejor vamos a sentarnos.
Anne gruñó al ver que se alejaron, pero claro no era tan tonta para armar un escándalo. Bruno y Juliana volvieron a la mesa junto a sus amigos, empezaron a beber, tragos iban y venían, más tarde bailaban en la pista, Juliana y Bruno se daban besos apasionados, coqueteaban entre ellos, había discretas caricias y provocaciones por parte de ambos.
Cuando Bruno notó que su amante había abandonado la discoteca se sintió aliviado, pensó que lo mejor que había hecho era ponerle un alto por fin a esa relación clandestina, Anne había prometido no volverlo a molestar jamás, entonces la fiesta continuó, el licor no faltó tanto Juliana como Bruno se sentían ya bastante mareados.
—Es hora de ir al apartamento —propuso le susurró al oído de Juliana—, esta noche serás completamente mía —sentenció y le dejó un beso en el cuello.
Advertencias:
“Esta es una obra de ficción. Cualquier similitud con personas reales, vivas o muertas, o hechos reales, es pura coincidencia”
Esta obra ha sido registrada en Safe Creative: 14/04/2024 bajo el código: 24041XXXXX102
Está en proceso de registro en el Instituto de Propiedad Intelectual de Ecuador.
Es de completa autoría de: ©Angellyna Merida, 2024.
Por lo que no se aceptan plagios, copias, adaptaciones, ni la distribución y venta ilegal de este libro, si esto ocurre pondré en conocimiento del equipo legal que me representa y de la plataforma que son quiénes tienen los derechos de distribución.
Nota importante:
En libros anteriores el hijo del señor Villamizar era Esteban, yo tengo problemas y enredo los nombres de los personajes, no recordé que uno de los hijos de Miguel y Lu, es Juan Esteban por eso le cambié a Bruno. Pido disculpas por mi error.
“Este libro toca temas sensibles, será un triángulo amoroso, intenso, mi intención no es dar lecciones de vida, no tengo esa capacidad, simplemente mi fin es contar una historia, sin embargo, si no te agradan estas historias, tengo otras en mi perfil que pueden ser de tu agrado"
Tres años habían pasado desde que Bruno fue encarcelado, y durante ese tiempo, había trabajado arduamente para mejorar su comportamiento y demostrar que estaba listo para una segunda oportunidad. Su esfuerzo no pasó desapercibido, y finalmente, por buen comportamiento, Bruno obtuvo la libertad anticipada.El día de su liberación, Bruno sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. Había soñado con este momento durante tanto tiempo, pero ahora que estaba aquí, no podía evitar sentirse ansioso por el futuro. Con la ayuda de Alfredo, había organizado su regreso de manera discreta, queriendo sorprender a Anne y a su hijo Mateo.Bruno se dirigió al apartamento donde Anne y Mateo vivían. Con cada paso que daba, su corazón latía con más fuerza. Finalmente, llegó a la puerta y respiró hondo antes de tocar el timbre.Anne, que estaba en la cocina preparando el almuerzo, escuchó el timbre y frunció el ceño. No estaba esperando a nadie. Se secó las manos y se dirigió a la puerta, abriéndola con cu
El embarazo de Anne avanzaba con serenidad. A pesar de las dificultades y el peso de las decisiones pasadas, estaba decidida a darle a su hijo la mejor vida posible. Cada mes, llevaba las ecografías y las actualizaciones del estado del bebé a Bruno en la cárcel. A pesar de todo, él mostraba un interés genuino por su hijo, y esos momentos de conexión, aunque breves, le daban a Anne un rayo de esperanza.Anne trabajaba en el consorcio cafetero junto a Juliana, quien también estaba embarazada de Alfredo. A medida que sus vientres crecían, las dos mujeres encontraron en su experiencia compartida un lazo de apoyo mutuo. Anne tenía dos meses más de embarazo que Juliana, y juntas compartían sus anécdotas y preocupaciones sobre la maternidad.Una mañana, Anne llegó al consorcio con una nueva ecografía en la mano, ansiosa por mostrarle a Bruno las imágenes de su bebé. Había pedido permiso para visitarlo, y aunque las visitas eran breves, cada segundo era valioso. Enseguida salió rumbo a la cár
El embarazo de Juliana avanzaba con serenidad y felicidad. A medida que su vientre crecía, también lo hacía su amor y anticipación por el bebé que estaba por llegar. Alfredo estaba a su lado en cada paso del camino, cuidándola y apoyándola en todo lo que necesitaba.La hacienda de Alfredo, ahora también de Juliana, se llenaba de vida y actividad. Juliana se había adaptado rápidamente a su nuevo rol como dueña. Sus conocimientos sobre la tierra y su pasión por el café la hacían destacar en la gestión de las plantaciones. Trabajaba codo a codo con los empleados, aprendiendo de ellos y compartiendo su entusiasmo por mejorar y optimizar la producción.—Eres increíble, Juliana. La hacienda nunca ha estado tan bien gestionada —comentaba Alfredo con orgullo, observándola mientras supervisaba las cosechas.—Gracias, amor. Estoy feliz de poder contribuir y hacer crecer nuestra hacienda —respondía Juliana, sonriendo mientras acariciaba su creciente vientre.Además de su trabajo en la hacienda, J
El sol brillaba con fuerza sobre la hacienda de La Momposina, iluminando los vastos cafetales que rodeaban el lugar. La familia y amigos se habían reunido para celebrar la boda de Juliana y Alfredo, un evento que marcaba un nuevo comienzo en sus vidas. La hacienda estaba decorada con flores frescas y luces que añadían un toque mágico al ambiente.Habían pasado dos meses desde el juicio y la condena de Bruno y Antonia. Durante este tiempo, Juliana y Alfredo habían encontrado la paz y la felicidad mientras se preparaban para su boda. El embarazo de Juliana era ahora visible, y ella mostraba con orgullo su pequeño vientre, símbolo de la nueva vida que estaban creando juntos.Juliana estaba en una habitación de la hacienda, preparándose para su gran día. Su vestido blanco, sencillo pero elegante, realzaba su belleza natural y acentuaba su pequeño vientre. Mientras se miraba en el espejo, una sonrisa nerviosa se dibujó en sus labios. No podía creer que finalmente estaba a punto de casarse c
La noticia fue recibida con una mezcla de asombro y alegría. Los ojos de María Paz se llenaron de lágrimas de felicidad, mientras que Juan Andrés y Paula sonreían, felices por la nueva vida que estaba en camino.—¡Felicidades, Juliana y Alfredo! —exclamó Majo, levantando su copa en señal de celebración.—Gracias, tía Majo. Este bebé es un milagro en medio de todo lo que hemos pasado —expresó Juliana, sonriendo.—Al menos ya no tuve que insistir en comprar las tierras de los Villamizar —advirtió Marypaz—. Ya Juliana se encargó de que todo quedará en familia. Bien hecho prima —bromeó. Todos carcajearon. Abel y Malú, los padres de Juliana, se miraron sorprendidos. Abel frunció el ceño, claramente afectado por la noticia, mientras Malú intentaba procesar toda la información.—Juliana, esto es... inesperado —susurró Abel, con voz seria—. Queremos lo mejor para ti y para tu futuro.Malú se llevó la mano al pecho. —¡No lo puedo creer! ¡Seré abuela por partida doble! —exclamó y bebió un gr
Después de la conversación con Bruno, Alfredo y Juliana decidieron aprovechar su tiempo en el hospital para confirmar el embarazo y que la revisaran adecuadamente. Aunque el ambiente seguía cargado de emociones, ambos sabían que era importante asegurar la salud de ella y del bebé que esperaban.Alfredo sostuvo la mano de Juliana mientras caminaban por los pasillos del hospital, buscando el consultorio de obstetricia. La preocupación y la incertidumbre se mezclaban con una leve sensación de esperanza.—Recuerda que estoy contigo, aquí a tu lado —mencionó Alfredo, apretando suavemente la mano de Juliana.Juliana le sonrió, sintiéndose reconfortada por su apoyo.—Gracias, Alfredo. Estoy nerviosa, pero también emocionada por saber más sobre nuestro bebé —respondió, con voz suave y una inmensa ilusión en el corazón. Finalmente, llegaron al consultorio y fueron recibidos por una amable doctora, quien les pidió que pasaran y tomaran asiento.—Buenos días. Soy la doctora Rodríguez. Entiendo
Último capítulo